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Revista Repique

Repique #2

Trauma Lacaniano. El método analítico y el trauma

Natalia Rodríguez

Los comienzos del psicoanálisis están signados por la búsqueda del joven Freud de emprender un camino diferente para el tratamiento de la histeria. El método de su maestro Charcot, se basaba en la hipótesis de qué al recordar bajo los efectos de la hipnosis determinados contenidos traumáticos, se producía la abreacción de los afectos y por añadidura, la cura. El primer cambio metodológico propuesto por Freud, consiste en sustituir el uso de la hipnosis por el de la palabra. La cura, basada en el “método catártico” que hizo tan famoso a Charcot en su tiempo, no era sin embargo algo tan novedoso. Tampoco lo era el primer giro metodológico freudiano; que consistió en la idea de que fuera la palabra la que permitiera la liberación de los “afectos reprimidos”. Ambos abordajes se inspiran en una larga tradición proveniente de la Grecia Clásica y en el concepto de “catarsis”.

¿Qué fue entonces lo que hizo verdaderamente diferente el creador del psicoanálisis, a nivel del método?

Primer paso, proponer una técnica con nombre propio: Asociación libre. La persona debe comunicar al médico toda ocurrencia, asociación o palabra, “por más absurda que parezca” o incómoda que le resulte. Dicha técnica viene de la mano de su primera noción del Inconsciente, el cual, a través de este abordaje propuesto, necesariamente va a manifestarse. No se trata ya de la simple “descarga afectiva” o “liberación”, sino de un trabajo que debe realizarse con los contenidos surgidos a partir de la asociación. Freud parte de la idea de “determinismo psíquico” según la cual, a pesar del sujeto y su desconocimiento, el solo acto de hablar lo conducirá a algún sitio. Ese “algún sitio” es precisamente el Inconsciente.

Segundo paso hacia la creación del método psicoanalítico: la interpretación de los contenidos. Hay que decir que tampoco la interpretación es un invento freudiano. La hermenéutica era un campo de conocimiento muy fecundo antes, durante y aún después de Freud. ¿Qué hacía especial a ese modo de interpretar freudiano? Principalmente, el hecho de que cada historial freudiano es un aprendizaje en sí mismo, de cómo debe interpretarse para ese paciente y que no sirve para otros. El analista interpreta, pero no lo hace al modo del quinielero con los sueños, sino que ha de aprender algo del estilo de un lenguaje, de una dinámica propia de cada sujeto.

Continuemos entonces con la idea del psicoanálisis como método de investigación, cuyo objeto de estudio sería según Freud, el Inconsciente.

¿Cuáles son los elementos que nos permitirían saber que está allí? Justamente porque a partir de estas cadenas asociativas, nos topamos con algo del orden de la repetición, sabremos que estamos en su campo. Abordar la repetición es abordar el inconsciente freudiano, y el fundamento de lo traumático, como veremos a lo largo del desarrollo del texto. La noción freudiana de trauma se va transformando, en conjunto con su idea del inconsciente.

Es menester decir que Freud no propuso un abordaje genérico de los efectos traumáticos, como los que están de moda en nuestro tiempo, por la simple razón de que sería absolutamente contradictorio con su concepción del trauma. Desde su comienzo, el principio rector del método analítico será la orientación hacia la singularidad. Recorreremos ahora los diferentes tiempos de las teorizaciones freudianas en cuanto al trauma, que pautan también los diferentes modos de concebir el Inconsciente, y en definitiva el método psicoanalítico en sí mismo.

Debemos reparar también en lo siguiente: El psicoanálisis es definido como un abordaje que, además de una terapéutica, es un método de investigación. En tanto la escucha y la interpretación propuestas son desde el comienzo singulares, es que el método psicoanalítico se trata de una investigación sobre lo que resulta de esas asociaciones en cada caso y nunca de modo genérico.

Sorpresa y Extrañeza: el trauma freudiano

Dos elementos acompañan al trauma desde los primeros abordajes freudianos:

La sorpresa: frente a un acontecimiento, que irrumpe en la vida de un sujeto. Freud formula el trauma en dos tiempos, proponiendo la resignificación del pasado a la luz de las nuevas asociaciones. Un recuerdo infantil que en la pubertad toma un sentido sexual que no tenía previamente o una “impresión” que al decir freudiano “se enlaza”, “se liga” a anteriores representaciones formando ahora parte de un nuevo “complejo”.

¿Pero qué quiere decir “acontecimiento” en este contexto? Considero que se trata de aquel "mal encuentro" que Lacan trabaja en el seminario 11 como del orden de la tyche. Y a partir de allí, la repetición, que no es la del retorno significante, sino la del reiterado intento del Principio de Placer por asimilar lo inasimilable. En este sentido podemos encontrar el fundamento de una imposibilidad en el trauma desde los primeros desarrollos freudianos. A su vez este "acontecimiento" podemos leerlo al igual que Germán García y coincidir en que hablamos de un "acontecimiento pulsional". Es decir, impacta en términos de lo real de la pulsión en el cuerpo del viviente. Resulta imposible medir el potencial traumático de un hecho a priori, porque para que devenga como tal, deberán cumplirse ciertas condiciones a nivel del funcionamiento libidinal.

La extrañeza: se trata de este no saber del sujeto implicado sobre el impacto de dicho acontecimiento y de desconocer el modo en que lo afecta. Lejos de tener una relación con el terreno de lo que habitualmente entendemos como voluntario, de lo que reconocemos como el yo. Opera como condición algo del orden de la repetición y aunque pueda reconocerlo como tal, no será posible modificarlo por el simple hecho de proponérselo. Tampoco por hablar lo suficiente sobre ello, si este hablar no logra modificar algo del fundamento pulsional. Se trata de la fijeza, o fijación en términos freudianos… ¿Fijación de qué? De un cierto modo de satisfacción. Algo allí se satisface, a pesar del sujeto, hay allí un circuito que podemos reconocer como del orden pulsional. Este encuentro que por primera vez fue contingente, a raíz de tornarse acontecimiento pulsional, se ha vuelto necesario.

Lo excesivo, el quantum energético que no ha sido tramitado, al decir freudiano, no depende del evento en sí mismo. Tampoco lo traumático se define por lo desafortunado de la vivencia de una persona. Podemos decir entonces, que el exceso es equiparable a lo imposible y que insiste en ese más allá del principio de placer, es a fin de cuentas del orden de lo real.

Es así que de acuerdo a las tópicas freudianas hay, a lo largo de su obra, abordajes diferentes del concepto de trauma. Siendo la primera tópica inconsciente- preconsciente-consciente, se trataba del trauma en términos de ligado-desligado. En el caso de la segunda tópica, ello-yo-superyó, se trataba de herida moral, ultraje, en definitiva, algo que afectaba al narcisismo. Finalmente, la tercera tópica define al trauma en términos de economía libidinal, lo “no tramitado” a lo que hacíamos referencia antes.

El trauma como perjuicio

Hablar de trauma en el siglo 21 significa abordar un término con un extenso recorrido e historia, aunque no por ello menos controversial. Bajo el rótulo de trauma, encontramos definiciones y abordajes psicológicos, sociológicos, victimológicos y jurídicos. En este último campo, el trauma aparece especialmente asociado a la idea de daño. Los especialistas en la materia conciben al trauma como efecto directo de la vivencia de un hecho determinado.

Ciertamente, como nos lo recuerda Germán García[1], Sigmund Freud advirtió sobre la dificultad de utilizar los hallazgos del psicoanálisis para argumentar a favor o en contra de cualquier cosa en el ámbito jurídico. En este sentido, el abandono de la teoría de la seducción es crucial, porque Freud complejiza su idea inicial del trauma y renuncia para siempre a la presunta dicotomía fantasías vs realidad. Renuncia porque percibe que la única realidad a la que puede accederse está desde siempre atravesada por el lenguaje. Aquel primer esquema freudiano del aparato psíquico, donde las imágenes mnésicas impactan produciendo una huella que luego se enlaza a una representación imagen o palabra, subrayaba ya el hecho de que no fuera posible acceder a la primera, sino justamente a través de su representante. En otras palabras, podríamos decir que dichas impresiones, dichas huellas como hallazgo último, estarán para siempre perdidas en el espacio entre percepción y consciencia. Es allí donde Lacan va a ubicar el Inconsciente. Freud hablaba también de experiencia mítica de satisfacción para siempre perdida y de un quantum de afecto que de allí en más se ligará a otras cosas… La única realidad de la que aquí se trata, es de la realidad psíquica sin que esto implique una descalificación o un descreimiento de lo que alguien relata haber sido víctima o haber padecido. Esta forma de concebir las cosas no solo abre un nuevo panorama sobre el trauma, sino que da nacimiento al método psicoanalítico, como decíamos anteriormente.

El trauma como estrés excesivo, no tramitado

En los manuales psiquiátricos de más amplia difusión, suele aparecer acompañado de la palabra stress, asociado al famoso Síndrome de Estrés Post Traumático. Sin embargo, este matrimonio entre el estrés y el trauma dista mucho de ser indisoluble y conviene considerarlo desde una perspectiva histórica para comprender de qué se trata verdaderamente. Recorriendo las páginas del libro de Elena Levy Yeyati “El DSM en cuestión”[2], puede verse la construcción social de la categoría de Estrés Post Traumático a lo largo de la historia, y muy especialmente el pretendido abordaje a- teórico del DSM, que no es tal. La autora demuestra paso o paso, con una importante rigurosidad lógica, cómo una categoría explícitamente psicoanalítica se descontextualiza generando una simplificación excesiva. Este concepto DSM tan de moda, se alza sobre una concepción que el mismo Freud descartó al inicio mismo de sus teorizaciones, en el mismo tiempo que habría abandonado la teoría de la seducción primaria y en el que habría creado el psicoanálisis, renunciando a la búsqueda de la abreacción de los afectos, como terapia genérica.

Al parecer estamos ante una vuelta de argumentos psicológicos que proponen modelos de concepción y abordaje del trauma pretendidamente a-teóricos y reduccionistas. Dichos modelos incurren en varios errores:

  • Nuevamente, al igual que Charcot, desconocen al sujeto del inconsciente.
  • Equiparan el trauma a un exceso de afecto, o stress,
  • definen a determinados acontecimientos como traumáticos por sobre otros por la simple naturaleza del hecho.
  • proponen una concepción del cerebro y la memoria humanas similares a las de un ordenador que guarda información y eventos como una video cámara o una base de datos y en el caso del trauma, la codifica de un modo defectuoso.
  • Toman al lenguaje “inocentemente” como herramienta que simplemente transmite dicha información o como medio para referenciar la realidad concreta.

Si el abordaje de lo traumático se redujera a la mera liberación de los afectos reprimidos y con esto hubiese sido suficiente, la historia del psicoanálisis no se habría escrito jamás.

El lugar del psicoanálisis en tiempos del trauma generalizado

Una fuerte crítica al psicoanálisis surge a raíz de una lectura superflua de la concepción freudiana del trauma, a la vez que ciertos usos desafortunados en los Estados Unidos en la década de los 70’ de argumentos presuntamente psicoanalíticos para descalificar denuncias de abuso sexual. El centro de la cuestión es nuevamente: realidad vs fantasía. Quienes acusaron al psicoanálisis de encubrir situaciones reales de abuso y daños diversos para mantener el estatus quo y la doble moral de la sociedad, realmente desconocen el espíritu freudiano en su esencia y su capacidad de ir contra sí mismo, en pos de su búsqueda por la verdad. La renuncia al proyecto de una psicología para neurólogos y de un aparato psíquico finalmente ubicable en un real orgánico son parte de este camino en el que el psicoanálisis, concebido como método de investigación, se fue encontrando y construyendo.

Cuando Freud habla de fantasías se refiere a tres proto fantasías básicas: seducción, castración y escena primaria. Algo que el Lacan de los primeros tiempos, basado en la lectura de Lévi Strauss, solía nombrar como mítico. Sin embargo, estas formas de presentar lo real y el modo en que lo sexual insiste en su imposibilidad no son un argumento en contra de la realidad. La realidad, si es que existe algo tal en lo que se escucha de un relato, es en definitiva la realidad sexual. Es que en su ambición por ubicar lo real de una huella, la huella misma deviene un jeroglífico para Freud. Lacan aborda esta dificultad afirmando que no hay metalenguaje. ¿Cómo podríamos ubicar esa pretendida realidad, si cuando vamos a nombrarla siempre estamos allí donde el sustrato mismo del elemento en el que estamos inmersos no nos lo permite? Es que ese impacto, esa marca, esa huella, tan buscada no hace más que confirmar que la realidad siempre deja un hueco donde se aloja lo real psicoanalítico. Cicatriz del impacto sobre un cuerpo viviente de que hay un decir.

Lo real que no responde al llamado de la naturaleza, de la ciencia, ni a ninguna otra ley, aquello que de los cuerpos no cesa de no escribirse como relación, produce un agujero y una cierta fijeza para lo cual Lacan acuñó el término trou matisme, como traumatismo del agujero.

Eric Laurent propone hablar de "trauma generalizado"[3] entendiendo al trauma como aquello no calculable, que no se ajusta a la programación en tanto estamos en un tiempo en el cual este es el paradigma reinante. En ese espacio no programable, en el sitio de "lo inseguro" de la vida en las ciudades con la que tantos titulares de prensa se llenan sin saber muy bien de qué se trata... Las mil caras del trauma aparecen a través de los diversos nombres de los damnificados y perjudicados que se agrupan para reclamar sus derechos.

El psicoanálisis no ubica efectos generalizables del trauma para todos por igual como lo hacen otros abordajes terapéuticos. La manera en la que trabajamos con lo “traumático” no consiste en una técnica de depuración o liberación afectiva, por haber sido descartado este abordaje desde el inicio a causa de su fracaso. Aquello insistía, se resistía, el trauma se negaba a ser “tramitado” y en ese punto la sospecha freudiana con respecto a su importancia fue orientadora.

Considero que tanto Freud como Lacan ponen entre paréntesis hacia el final de su obra, cierta ambición de realismo, en tanto el atolladero en el cual nos encontramos por ser sujetos de un lenguaje, les resultó cada vez mas evidente. Ambos lo expresaron en formas y con términos diferentes, y en el caso de Lacan, la orientación hacia lo real de su última enseñanza, es el indicio más claro. Sin embargo, no adscribir al realismo filosófico no significa negar que exista una realidad…

Por eso quienes practicamos el psicoanálisis estamos muy lejos de culpabilizar a las víctimas cuando proponemos pensar la implicación y responsabilidad subjetiva de cada quien en su historia. A diferencia de los otros discursos, el psicoanálisis tiene algo para escuchar que no está prefijado y que apostará a ubicar la singularidad como el único modo de concebir el trauma. En otras palabras, permitir que los sujetos hablen sin que los nombres sociales o palabras que describen lo que alguna vez han padecido, lo digan todo, es el fundamento ético de lo que nos ocupa.

BIBLIOGRAFÍA

  • Brodsky Graciela, “La clínica y lo real” en http://www.congresamp2014.com/es/template.php?file=Textos/La-clinica-y-lo- real_Graciela-Brodsky.html
  • Freud, Sigmund. Cartas a Wilhelm Fliess (1887-1904). Amorrortu Editores, Buenos Aires, 2008. Carta 69 del 21 de setiembre de 1897.
  • Freud, Sigmund. “Mas allá del principio de placer”, en Obras Completas (Vol. XVIII). Amorrortu Editores, Buenos Aires, 2001.
  • García Germán, Actualidad del trauma. Grama. Buenos Aires, 2005.
  • Gutierrez Miguel, “La vigencia de la concepción psicoanalítica de trauma” en https://revistas.unal.edu.co/index.php/jardin/article/view/40713/42469
  • Lacan Jacques, El seminario de Jacques Lacan. Libro 11. Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis. Paidós, Buenos Aires, 2015.
  • Laurent Eric, “Hijos del Trauma” pgs. (23 a 29) en “La urgencia generalizada. La práctica en el hospital”, Belaga Gillermo comp. Editorial Grama, Buenos Aires, 2004.
  • Miller Jacques Alain. Los cursos psicoanalíticos de Jacques Alain Miller. La experiencia de lo real en la cura psicoanalítica. Paidós, Buenos Aires, 2006.
  • Yeyati Elena Levy. El DSM en cuestión. Una crítica de la categoría estrés postraumático. Editorial POLEMOS. Buenos Aires, 2014.

NOTAS

  1. García Germán, Actualidad del trauma. Grama. Buenos Aires, 2005.
  2. Yeyati Elena Levy. El DSM en cuestión. Una crítica de la categoría estrés postraumático. Editorial POLEMOS. Buenos Aires, 2014.
  3. Laurent Eric, “Hijos del Trauma” pgs. (23 a 29) en “La urgencia generalizada. La práctica en el hospital”, Belaga Gillermo comp. Editorial Grama, Buenos Aires, 2004.