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Revista Repique

Repique #3

El mal- estar en la cultura actual y la respuesta del psicoanálisis

Martín Mendoza

“Se descubrió que el ser humano se vuelve neurótico porque no puede soportar la medida de frustración que la sociedad le impone en aras de sus ideales culturales”[1]. Podemos pensar entonces, que el psicoanálisis surge como un intento de dar una respuesta a los padecimientos de ese sujeto afectado en el orden de la satisfacción pulsional por la cultura. Propongo limitar nuestra idea de cultura a “la suma de operaciones y normas (...) que sirven a dos fines: la protección del ser humano ante la naturaleza y la regulación de los vínculos recíprocos entre los hombres”[2] y como “el reparto sistematizado de medios y maneras de gozar”[3]. Tomando la formulación de la pulsión que Lacan realiza a través del matema: $ ◊ D[4], sujeto barrado en relación a la demanda, la cual articulada en el lenguaje, nos permite discernir los efectos de la cultura sobre las posibles modalidades del goce.

El fin del siglo XIX y los comienzos del XX le presentan al psicoanálisis un sujeto “neurotizado” al punto del sufrimiento invalidante producto de la renuncia a la descarga pulsional exigida por los ideales culturales: amor, familia, trabajo, Dios, etc. Cultura que prohibe y ordena, ley que castra y funda deseo, aquellos neuróticos encontraron más allá de la culpa, la vergüenza o de otras formas que toma lo indecible, alguna palabra mediante la cual aquel adviniera. Pero claro es que cada época designa diferentes modos de relación entre el sujeto y su goce, configurando diferentes modalidades de satisfacción de la pulsión, y por ende diferentes síntomas.

Tomo el texto “La era del vacío”[5] de Gilles Lipovetsky para describir la época actual, en la que según este autor el presente está habitado por un sujeto signado por la indiferencia, la apatía y el “neonarcisismo”[6]. Todas las instituciones que funcionaron como factores de cohesión son vaciadas de sentido según Lipovetsky al punto de llevar al repliegue del sujeto sobre sí mismo, sujeto desidentificado y por ende, sin ideales. En relación a lo anterior, también podemos pensar en un “desengaño”[7] respecto de los Nombre del Padre y del Otro, de la castración a partir de la cual se inscribe la falta y que posibilita el deseo. El sujeto actual por un lado, se ve empujado a la exigencia de goce impuesta por el superyo -pero sin una ley que lo prohiba- , y por otro desorientado respecto a su deseo.

Saber que anula el campo de la palabra y el no-lugar del sujeto

En el Seminario XVII, Lacan advierte de la mutación del discurso del amo en discurso capitalista, explicando a través del concepto marxista de “plusvalía”, cómo el mercado satisface el imperativo de goce a través del consumo, mediante objetos “a” de los que se obtiene el “plus de goce”[8]. Dirá Miller “si la civilización antigua implicaba ocuparse del esclavo, la nuestra supone angustiar metódicamente al asalariado”[9]. Ante esta situación, en lo que aparenta ser una alianza del discurso de la ciencia con el capitalista, se proponen modalidades de abordar el sufrimiento a través de discursos que pueblan las subjetividades de significantes como optimismo, bienestar, felicidad, autoconfianza, etc.; como sucede por ejemplo con la “psicología positiva”[10] o el “coaching”[11], que se presentan como disciplinas orientadas al mejoramiento y desarrollo de las experiencias positivas, la eficacia de las acciones en el cumplimiento de las metas personales, entre otros fines. ¿Dónde se ubica aquí, aquello que el sujeto pueda decir sobre su sufrimiento?

Tal como lo vemos nosotros, desde estos enfoques no hay lugar para el saber inconsciente, no hay producción posible para el sujeto, solo posibilidad de identificación a los significantes que le son ofrecidos.

El no saber y la apuesta a lo singular del sujeto

En “La dirección de la cura y los principios de su poder” Lacan lo establece claramente: “el psicoanalisita sin duda dirige la cura (...) no dirige al paciente”[12]. Entendamos en este caso por dirección de la cura, el objetivo de que el analizante cumpla la regla analítica y al “saber hacer” - dimensión de saber diferente a la de otros dispositivos- con la transferencia y con los dichos del paciente, material a partir del cual se trabaja. Como si tomara prestados conceptos del campo militar, Lacan entiende el manejo de la transferencia como estrategia, y la falta en ser, deseo del analista, como la política. Es en ese deseo del analista, función de un vacío operativo a través del cual el paciente será capaz de producir los significantes propios, sobre los que intervendrá el analista a través de la interpretación, terreno de la táctica, podríamos pensar, si seguimos la analogía.

¿Cuál será entonces la función del psicoanálisis en la época actual? Entiendo que sigue siendo la apuesta a lo singular del malestar del sujeto y de su deseo, pero en vez de hacerlo a través de una imposición de significantes que obturen la palabra del analizante, nuestro dispositivo ha de permitir el advenimiento de su palabra, la cual ha de ser reducida a la dimensión de aquella verdad que el sujeto sea capaz de soportar. Me gustaría finalizar con la siguiente cita: “Observemos: -Que la palabra tiene en ella todos los poderes, los poderes especiales de la cura. Que estamos bien lejos por la regla fundamental de dirigir al sujeto hacia la palabra plena, ni al discurso coherente, pero que lo dejamos libre de intentarlo”[13]

BIBLIOGRAFÍA

  • Contretas, F. Y Esguerra, G. (2006). “Psicología positiva: una nueva perspectiva en psicología”. En “Revista Diversitas”, Vol. 2. N° 2. Universidad Santo Tomás. Bogotá.
  • Freud, S. (1976). “El malestar en la cultura” en “Obras completas. Tomo XXI”. Ed. Amorrortu. Bs. As.
  • Freud, S. (1976). “El porvenir de una ilusión” en “Obras completas. Tomo XXI”. Ed. Amorrortu. Bs. As.
  • Lacan, J. (1981). “Escritos I”. Ed. Siglo XXI. México D.F.
  • Lacan, J. (2004). “Seminario XVII. El Reverso del Psicoanálisis”. Ed. Paidós. Bs. As.
  • Miller, J. A. (2005). “El Otro que no existe y sus comités de Ética”. Ed. Paidós. Bs. As.
  • Zapata, M.S. (2012). “¿Qué es el coaching? Sus orígenes, definición, distintas metodologías y principios básicos de actuación de un coach”. Recuperado de: https://www.3ciencias.com/wp-content/uploads/2012/06/3.Que-es-Coaching.pdf

NOTAS

  1. Freud, S. (1976). “El malestar en la cultura” en “Obras completas. Tomo XXI”. Ed. Amorrortu. Bs. As. Pág. 86.
  2. Freud, S. (1976). “El porvenir de una ilusión” en “Obras completas. Tomo XXI”. Ed. Amorrortu. Bs. As. Pág. 6.
  3. Miller, J.A. (2005) “El Otro que no existe y sus comités de Ética”. Ed. Paidós. Bs. As. Pág 18.
  4. Lacan, J. (1981). “Escritos I”. Ed. Siglo XXI. México D.F. Pág. 329.
  5. Lipovetsky, G. (2003). “La era del vacío”. Ed. Anagrama. Barcelona.
  6. El autor se refiere a una forma de narcisismo en la cual la identidad del sujeto es vaciada de aquello que en otra época le dio consistencia.
  7. Miller, J.A. (2005). “El Otro que no existe y sus comités de Ética”. Ed. Paidós. Bs. As. Pág. 11.
  8. Lacan, J. (2004). “Seminario XVII. El Reverso del Psicoanálisis”. Ed. Paidós. Bs. As. Pág 18.
  9. Miller, J. A. (2005). “El Otro que no existe y sus comités de Ética”. Ed. Paidós. Bs. As. Pág 18.
  10. Contretas, F. Y Esguerra, G. (2006). “Psicología positiva: una nueva perspectiva en psicología”. En “Revista Diversitas”, Vol. 2. N° 2. Universidad Santo Tomás. Bogotá. Pág 311- 319.
  11. Zapata, M.S. (2012). “¿Qué es el coaching? Sus orígenes, definición, distintas metodologías y principios básicos de actuación de un coach”. Recuperado de: https://www.3ciencias.com/wp- content/uploads/2012/06/3.Que-es-Coaching.pdf
  12. Lacan, J. (1981). “Escritos I”. Ed. Siglo XXI. México D.F. Pág. 218.
  13. Lacan, J. (1981). “Escritos I”. Ed. Siglo XXI. México D.F. Pág. 272.