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Revista Repique

Repique #3

Malestar/Síntoma en la época actual

Lilian de León

He tomado para pensar los síntomas actuales y el lugar del psicoanálisis, el libro“La Sociedad del Cansancio”, del filósofo Coreano, Byung-Chul Han. Este plantea que cada época tiene sus enfermedades representativas, nos habla de una época bacterial, seguida de una viral y a partir del siglo XXI setrataría de una época neuronal, refiriéndosea las enfermedades mentales. Menciona entre otras, la depresión, las adicciones, ataquesdepánico, trastorno limítrofe de la personalidad y síndrome de desgaste ocupacional. En las dos primeras épocas primaria una dialéctica de la negatividad, donde hay un agente externo que constituye la otredad contraria al sistema e individuos obedientes; mientras que en la última se trataría de una dialéctica de la positividad y hasta se podría hablar de un exceso de positividad.

Dichas enfermedades no se podrían explicar por la negatividad, ya que esta violencia neuronal no parte de una negatividad extraña al sistema, sino que es sistémica, es inmanente al mismo. Este tiempo de positividad produciría individuos cansados, fatigados por un deber ser, sujetos del rendimiento. “El sujeto del rendimiento se encuentra en guerra consigo mismo y el depresivo es el invalido de esta guerra interiorizada…está libre de un dominio externo que lo obligue a trabajar o incluso que lo explote. Es dueño y soberano de sí mismo, es a la misma vez soberano y víctima. Las enfermedades psíquicas de la sociedad del rendimiento constituyen precisamente las manifestaciones patológicas de esta libertad paradójica”[1] Este autor además plantea que el psicoanálisis no puede abordar estas nuevas modalidades, sugiriendo que habría pasado de moda y que “el aparato psíquico del que habla Freud es un aparato represivo lleno de imperativos y prohibiciones. Está estructurado como una sociedad disciplinaria con sus hospitales, manicomios, cárceles, cuarteles y fabricas” [2]

Resulta interesante que desde otras áreas del saber, en este caso la filosofía se intente dar cuenta de la problemática actual del sujeto. Concuerdo que la época de Freud se corresponde con la época de las virtudes, la represión, que introduce lo prohibido, el deber ser, hace existir al Otro, seguir un ideal, ese Otro interiorizado a la manera de Superyó, quien dice que se puede hacer y qué no. Hoy vivimos en una sociedad y cultura más abierta, hipermoderna, hedonista y de consumo en la cual vemos que las personas sufren, sobre todo, porque se nos impone ser felices, tener éxito, conseguirlo todo y… haz lo que quieras, se trata de un ideal mortífero. Toda esto lleva a una autoproducción que tiene como resultado el agotamiento del sujeto que no puede estar a la altura de lo que la sociedad le impone. Los sujetos orientados por la sociedad de consumo, ya no se las tienen que ver con el Otro, ya no hay un conflicto en relación al otro, y estos cambios han llevado a que el conflicto sea con uno mismo. Lo que también estaría en sintonía cuando expresa, ser libre, soberano y victima a la vez.

Mi punto de discrepancia con el autor es que el psicoanálisis no ha pasado de moda, ya que hay autores contemporáneos que vienen hablando de la caída del Nombre del Padre y del Otro que no existe, teorizaciones que permiten un abordaje clínico más actualizado. La cuestión es que si bien el discurso va cambiando según los momentos históricos y va fomentando determinados ideales e imperativos, esto también tiene determinadas consecuencias en los sujetos, en los síntomas, y en la clínica. Retomando la idea de la caída del Nombre del Padre, ella traería como consecuencia la decadencia de la función del ideal, o sea un nuevo modo de gozar de nuestra civilización contemporánea, al decir de Miller, la que ya no se va situar por el ideal, y donde ya no hay garantía del Otro. Donde, aquel Súper yo de la época Victoriana de Freud también ha cambiado, nos dice Miquel Bassols, ya no se entiende como prohibición de un goce sino que es “como un imperativo que finalmente impone al sujeto un goce imposible de obtener…un imperativo que parece haber descubierto la inutilidad del goce en sí mismo para seguir la lógica implacable de un empuje al acto más allá del objeto del que se habría de gozar ¡Simplemente Hazlo! Nos dice, sin decirnos en realidad, que es lo que hay que hacer”[3]. Todo esto genera en el ser humano un malestar, como da cuenta Freud en “El Malestar en la cultura”, ya que la vida nos es impuesta, resulta gravosa, nos trae grandes dolores, desengaños y tareas insolubles. Sería entonces un malestar estructural y constituyente, intrínseco. Este padecimiento es propio del ser humano, cambia según la época y genera nuevas tramas conflictivas. Lo que no cambia es la expresión de la verdadera condición humana, de nuestra esencia deseante,un sujeto de deseo que se constituye a partir de una falta estructural, donde la satisfacción de nuestras necesidades y deseos nunca es completa y mucho menos para siempre. Hemos pasado de un mundo que estaba orientado por la dialéctica del deseo a uno en el que impera una tiranía del goce, donde esta caída o deterioro del Nombre del Padre y ese Otro en quien parece ya no se puede confiar, deja ver con más fuerza la otra dimensión del ser humano, la satisfacción pulsional, que conduce a una inercia del goce. Esta sociedad de consumo hace que el sujeto moderno se vincule más con objetos de goce que de deseo, los objetos de deseo son aquellos que nos hacen vivir en tanto siempre son más buscados que encontrados, y los objetos del goce ofrecidos por el mercado serían los que orienten la vida del sujeto.

Consideroentonces, que es un desafío para el psicoanálisis, que en la consulta se pueda abrir la posibilidad de conectar al analizante con un saber hacer con su propio goce en vez de padecerlo, que se pueda asumir ese malestar-síntoma como una verdad que hay que escuchar y que refleja un significado en el contexto del mismo, éticamente poder reconocer allí un sujeto.

NOTAS

  1. Byung-Chul Han, (2018) La Sociedad del Cansancio, Ed. Herder. Pag. 30-31
  2. Ibid.,Pag. 77
  3. http://blog.elp.org.es/786/La-voz-del-superyo-just/