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Revista Repique

Repique #3

Sostener un cuerpo

Pía Udini

Intentaré dar cuenta, mediante el recorte de un caso trabajado en el marco de una práctica universitaria, del Psicoanálisis como posible dirección de la cura.

No lo puedo sostener

Se trata de una mujer de 60 años, diagnosticada con depresión mayor, ansiedad y fibromialgia. Los dolores comenzaron en las rodillas, hombros y articulaciones 8 años atrás, luego de separarse del marido. Refiere: “Hay días que siento como que se me inflama por dentro, me pincha todo, como agujas clavadas y ardor, me arde mucho; no lo puedo sostener”. Presenta un largo historial de consultas médicas. Recibe pensión por incapacidad. Para los dolores toma Pregabalina, sin resultados. En varias sesiones menciona unas cajas con cosas del padre, que desea desechar pero no logra desprenderse. De su niñez relata situaciones de abuso por personas cercanas a la familia hasta que comienza a dudar de que su padre también haya formado parte de estos abusos. Aparecen recuerdos. Comenta con mucha angustia que en aquel momento no tenía idea de que era lo que ocurría, no puede darle un sentido. En sus relaciones de pareja repite estas situaciones traumáticas, vinculándose con hombres que abusan de ella.

Tener un cuerpo

Me pareció interesante tomar este caso, que llega con la etiqueta de “fibromialgia”, un padecimiento bastante común en la actualidad (aunque no es nuevo- ¿acaso la histeria en tiempos de Freud?), y que tiene la particularidad de presentar dificultades para la medicina. En un mundo orientado por el discurso de la ciencia, donde para todo parecería haber un diagnóstico preciso y una “receta” generalizable “para todos”, también nos encontramos con “lo que no anda”, aquello que Lacan llamó Lo Real. El Psicoanálisis de orientación lacaniana reserva un lugar para lo que “no anda”. Cuestionado, tildado de obsoleto; pero que en estos casos donde la ciencia hace tope, como en la fibromialgia, padecimiento que no responde a cuestiones orgánicas pero que tiene efectos reales sobre el cuerpo, el Psicoanálisis nos propone un tratamiento posible: la palabra.

Lacan en su última enseñanza se refiere al síntoma como acontecimiento del cuerpo, en donde algo de la constitución de la subjetividad estaría en juego. Ese “para todos” de la ciencia ya no será suficiente, habrá que descifrar qué está queriendo decir ese síntoma para esa persona en singular.

El cuerpo habla a su manera, “hace síntoma”. En la medida en que el dolor se puede considerar como un lenguaje del cuerpo, es posible un tratamiento con la palabra. Es interesante cómo la paciente habla de su dolor: “siento como que se me inflama por dentro, me pincha todo, como agujas clavadas y ardor, me arde mucho”. Podríamos pensar que esta descripción podría parecerse bastante a lo que sería una primera relación sexual. Y algo de este orden aparece como trauma en la historia de la paciente. Aparece como un sin sentido, que no ha podido tramitarse por la vía de lo simbólico.

Freud nos dice que hay un “más allá del principio del placer”, Lacan nos hablará del “goce”. Eso que nos hace ir al encuentro con lo peor, que genera displacer, y que puede experimentarse en el cuerpo. La paciente ubica el comienzo de sus dolores al separarse de su marido. Teniendo en cuenta que antes de eso, el goce estaba en el “soportar” violencia y abusos como en su infancia. Cuando logra salirse de ese lugar, aunque sin haber podido realmente tramitar la conflictiva, localizamos el goce, esta vez puesto en el cuerpo con los dolores. Al hacerse presente el síntoma, comienza un sinfín de consultas por diferentes especialidades, donde lo central es la demanda dirigida al médico. Esa búsqueda del padre podemos inferir; demanda que no puede ser escuchada. Para la medicina allí hay un organismo que hace síntoma, no hay un sujeto.

El Psicoanálisis parte de una concepción diferente: el cuerpo no es el organismo; es la consecuencia del encuentro del organismo del viviente con el lenguaje, y las marcas que las palabras producen en este. El ser humano no es un cuerpo; tiene un cuerpo. Lacan en su última enseñanza señala que habría una hiancia entre el ser y el cuerpo. El cuerpo es como un Otro con el que siempre hay una relación más o menos problemática (sintomática). Hay momentos en la vida en la que ese ensamblaje entre el ser y el cuerpo falla. Algo de la libido, del goce que organiza la forma y la consistencia del cuerpo, queda desamarrada. Al decir de la paciente, es un cuerpo que no puede sostenerse. Suponemos que alguien habla desde ese cuerpo y si esto es así, puede ser escuchado. En las coordenadas de la dirección de la cura en la neurosis, se trata de que la paciente pueda hacer un recorrido a través de la simbolización que le permita regular el goce, salir de la petrificación del cuerpo fijado al dolor crónico que la aparta de la vida. Se trata de producir una modificación en el registro del goce, para que la pulsión pueda circular de otra manera. Transitar un camino donde este dolor, que en principio aparece desconectado de la subjetividad, logre conectar con el sujeto del inconsciente, y pueda ser analizable, interpretable. Intentar que el sujeto se interrogue sobre el por qué de su síntoma, que se habilite a formular su pregunta.

Si bien el encuadre del caso fue formulado en otra dirección, algo de la impronta de la escucha, y del habilitar la palabra, posibilitó de alguna forma que la paciente pudiera encontrarse con su historia, recordó algunas escenas olvidadas y logró darles un sentido nuevo, aunque no sin pasar por mucha angustia. Angustia que en otro tipo de encuadres sería lo primero a erradicar, al igual que los dolores. Para terminar, si suponemos que algo está hablando desde el cuerpo como lo es en el caso de la fibromialgia; podemos intentar que hable de otra manera. Esa es la orientación del Psicoanálisis Lacaniano.

BIBLIOGRAFÍA

  • Castellanos, S., (2012) “El dolor y los lenguajes del cuerpo”. Ed. Grama. Buenos Aires.