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Revista Repique

Repique 4

Análisis con adolescentes en tiempos de COVID-19

Andrea Fernández

Como analistas desde hace algunos años venimos introduciendo el uso de herramientas electrónicas para trabajar con nuestros pacientes on line. Algunos hemos incursionado en esta modalidad por diferentes motivos y coincidimos en que el estatuto del cuerpo adquiere una di- mensión diferente. En dicha modalidad no hay una presencia física del analista, pero la sutileza es- tá en que continúa operando el deseo del analista y la transferencia en análisis.

Nuestra práctica clínica -construcciones lógico clínicas bajo transferencia-, nos llevan a dar un paso más en tiempos de pandemia.

El Covid-19 nos introduce en el orden del trauma, en un momento crucial de la historia de nuestra civilización, donde un Real (sin ley) nos exige rápidamente generar estrategias para lograr estar a la altura de la singularidad de la época.

Nuestra comunidad analítica sensible siempre ante aquello que viene a conmover los modos de vida, se siente convocada a sostener su rol activo de laboratorio en permanente experimentación ante nuevas formas clínicas.

A lo ante dicho en momentos de aislamiento social, se suma a nuestra práctica la necesaria intro- ducción (en algunas situaciones) de instrumentos digitales (zoom, skype, wpp, facebook...) cuyos efectos deberemos ir conceptualizando para pensar las mutaciones en el devenir.

Lacan sostenía que los artistas nos llevan la delantera. Al día de hoy, me atrevería a decir que en cuanto al manejo del mundo virtual los adolescente están en dicha posición. El imperio digital es parte del universo en el cual han nacido y crecido.

La Adolescencia en sí misma es una construcción arraigada en la época, en una era en que todo es artificio significante, época que niega lo real. Y bien, estamos situados en un momento donde lo real se ha impuesto, sacudiendo así nuestros modos de establecer y sostener lazos.

El punto que quiero subrayar es que tenemos un gran desafío por delante en especial frente a los adolescentes.

Una dificultad que nos introduce el confinamiento es que justamente en la adolescencia de lo que se trata es de salir, salir a la exogamia, salir de lo familiar endogámico y en este momento tan pecu- liar eso sería a través del uso de las pantallas.

Cómo introducir la virtualidad que los adolescentes suelen utilizar cotidianamente, (algunos con un modo de goce autístico) y tornarla en una herramienta para el encuentro singular?

Se trata de articular lo más singular y artesanal, el análisis, con aquello hecho para aplanar y ho- mogeneizar a los sujetos -comunidades de goce- y así lograr de alguna manera novedosa erosionar aquellas estructuras que dábamos por establecidas?

Puede que estemos ante una oportunidad en medio del aislamiento y la cuarentena, que propicie construir un espacio diferente, ex-timo, (consultorio, pantalla) que habilite el surgimiento de lalan- gue propia del adolescente?