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Revista Repique

Repique 4

Fantasma, ficción y realidad

Martin Pizzini

Cubrir y mostrar: El fantasma como soporte del deseo

¿Qué escribir sobre el fantasma y su fórmula que no haya sido dicho y escrito ya?

¿Cómo poner este concepto tan central en la obra de Lacan a producir aún? Esto implica necesariamente permitirnos que nos ponga en falta, para relanzar la búsqueda. Y ¿dónde me pone en falta dicha nación de fantasma? Lo hace sobre todo en su relación con otra noción central de Lacan: con la de deseo.

Para ser lacanianamente operativos, haría falta una tercera noción para poner a andar este mínimo juego de analizante. Me parece apropiado y seductor colocar allí al objeto a como tercero de esta operación. Entonces tenemos fantasma, deseo y objeto a. En este escrito intentaré decir algo sobre ellas, pero sobre todo acerca de cómo ellas juegan entre sí en el pensamiento de Lacan y en el funcionamiento del dispositivo analítico.

En la fórmula propuesta por Lacan para el fantasma aparecen las tres nociones: una en presencia, el objeto a. La otra de manera elidida: el deseo, ya que el fantasma sería la respuesta antela pregunta a la que obliga el deseo al sujeto. Finalmente, aparece el fantasma como lo que nombra esta puesta en relación del sujeto barrado con el objeto causa de su deseo. Ahora, ¿qué podemos sacar de todo esto?

Lo primero es que, como puntualizaLeserre (2017)“entre ambos [términos de la fórmula del fantasma se ubica] el losange que representa las articulaciones lógicamente posibles: relaciones de mayor, de menor, de inclusión y de exclusión” (p. 88). ¿También incluirán las relaciones de ocultamiento y de mostración? Entonces tendríamos todas las relaciones posibles entre el sujeto barrado y el objeto a como siendo el fantasma, es decir, la respuesta ante el agujero que el deseo es para el sujeto. Al decir de Miller (2018) “el fantasma oculta la división del sujeto y del deseo, le oculta al sujeto que no sabe lo que desea” (p. 139). O sea que oficia como velo de un desconocimiento, como semblante de saber, como respuesta.

En la clínica, del síntoma se habla y del fantasma no. ¿Es por esta función de semblante de saber que no se habla del fantasma, porque funciona, o por temor a perder dicha herramienta?La conmoción del fantasma, su corrimiento, su desvelamiento, por mínimo que sea promueve la angustia del sujeto (¿angustia que no está ya indicada por el campo semántico puesto en juego por el significante fantasma?). ¿Será porque hace visible algo de esa relación del sujeto barrado con el objeto a, que es del orden de la falta, porque hace sentir la división subjetiva y del deseo mismo? Esa es la gran función del fantasma: tapar la falta que emerge ante el descubrimiento de que no hay Otro del Otro. Como puntualiza Miller (2018): “el fantasma es esta función a partir de la cual el sujeto puede ignorar que no es nada más que el deseo del Otro. En este sentido esa frase de Lacan designa el fantasma en la ilusión de autonomía que le otorga al sujeto” (p. 119).

¿Será por eso que Lacan plantea el pase en relación al atravesamiento del fantasma? Como puntúa Leserre (2017): No se trata ni de resolución ni de superación, no es que uno se queda sin fantasma, sino que el atravesamiento se verifica cuando el sujeto, gracias al análisis, construye un saber sobre su articulación con el deseo del Otro, ya que el fantasma fundamental lo enmascara. (p. 94).

Al ver algo de esto, el que está en proceso de autorizarse como analista logra correrse de la posición de semblante de saber del deseo y se ubica como resto de la operación, como agujero. O como soporte de la interrogación del otro al ofrecerse como sujeto supuesto saber, saber del goce del deseo. Parece evidente de que debe tratarse de otro tipo de saber, no el mismo con el que uno llega a un análisis, del orden del S1. Debe de haber, en el proceso del análisis, una caída del saber primero (del saber amo), el que oculta la división subjetiva, que en definitiva se refiere al saber gozar, y una nueva producción de saber, esta vez referida a la castración: saber sobre el desfasaje constitucional consecuencia de ser sujetos de lenguaje.

En definitiva, el fantasma es un saber hacer con lo real. Lo real como el hecho de que somos una carne subjetivizada por el atravesamiento del lenguaje, que cubre, pero a medias el hecho de que solo podemos construir una realidad de lo real, que siempre falla porque no hay suficientes significantes para cerrarla. El fantasma sería esa escena en la que se sabe hacer el papel para que la realidad producida como discurso no se tope con el corte de lo real, de que el otro tampoco sabía lo que deseaba al desearme, y que también se le escapaba que lo real es lo imposible, lo imposible de decir todo.

También podríamos pensar que estos tres elementos (fantasma, deseo y objeto a) tomados en este texto son cada uno un representante de los tres registros: el fantasma de lo imaginario, el sujeto barrado de lo simbólico y el objeto a de lo real. Entonces, en la fórmula del fantasma quedaría de alguna manera escrito algo de la operación del análisis: realizar un anudamiento (en algunos casos como el de la psicosis) o un re-anudamiento (en otros, neurosis y perversión) de dichos registros, con el fin puesto en el atravesamiento del fantasma, es decir, el poder ver algo del cubrimiento de lo real por parte de lo simbólico y de lo imaginario.

Lo que queda por hacer es ver qué hacer con el goce de la supuesta superposición entre la realidad y lo real, y con la ilusión de autonomía respecto del Otro.

Al escribir algo de todo esto, insiste en el fondo de mi pensamiento la palabra fantasma. Y comienzan a surgir preguntas: ¿qué lo llevó a Lacan a elegir dicha palabra para nombrar la relación entre el sujeto barrado y el objeto a? ¿Es su llamado a la clásica representación de los espectros que sólo se hacen visibles una vez que se los cubre con una sábana? O sea, que en el mismo significante se condensa el sentido de cubrir (la división subjetiva y del deseo) y el sentido de mostrar (la respuesta ante dicha división). Dice Miller(2018) que el fantasma es una respuesta, a la pregunta por lo que el sujeto desea, ya que el sujeto no sabe lo que desea, y no sólo no sabe lo que desea, sino que además no sabe que eso lo divide. Por lo que el fantasma también vendría a ser una respuesta a dicha división no sabida, esta vez sí como manta que cubre lo no sabido de dicha división, pero que, al mismo tiempo, al cubrirlo, lo revela.

BIBLIOGRAFÍA

  • Freud S. (1990). Pegan a un niño. Contribución al conocimiento de la génesis de las perversionessexuales en Obras completas. Tomo XVII. Ed. Amorrortu.
  • Miller J. A. (2018). Del síntoma al fantasma. Y retorno. Ed. Paidós.
  • Miller J. A. (2018). Dos dimensiones de la experiencia analítica: síntoma y fantasma en Introducción a la clínica lacaniana. Ed. Paidós.
  • Lacan J. (2012). La lógica del fantasma en Otros escritos. Ed. Paidós.
  • Lacan J. (2008). Pegan a un niño y la joven homosexual en El seminario. Libro 4. La relación de objeto. Ed. Paidós.
  • Lacan J. (2010). El fantasma más allá del principio del placer en El seminario. Libro 5. Las formaciones del inconsciente. Ed. Paidós.
  • Lacan J. (2014). La mediación fálica del deseo en El seminario. Libro 6. El deseo y su interpretación. Ed. Paidós.
  • Lacan J. (1993). Tyche y autmaton en El seminario. Libro 11. Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis. Ed. Paidós.
  • Leserre A.(2017). Fantasma en Una lectura sobre “Del psicoanálisis en sus relaciones con la realidad”. Ed. Grama.