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Revista Repique

Repique 6

Adolescencia: El despertar en una nueva lengua

Natalia Rodríguez Negreira

"Querido maestro: Estamos en los meses del amor; tengo diecisiete años. La edad de las esperanzas y de las quimeras, como se dice —y es así que me he puesto, niño tocado por el dedo de la Musa—, perdón si esto es banal, a decir mis buenas creencias, mis esperanzas, mis sensaciones, todas estas cosas de los poetas —yo llamo a esto la primavera".

Carta de Rimbaud a Théodore de Banville, el 24 de mayo de 1870[1]

En 1947, en su prefacio a la obra de Frank Wedekind, "Despertar de la primavera", Lacan retoma la concepción Freudiana del "segundo despertar" trabajada en "La metamorfosis de la pubertad". Nos recuerda que lo que ocurre a los tres protagonistas, relativo a la irrupción pulsional en el terreno de la sexualidad y la muerte, no ocurriría si no fuese por aquello que despierta en sueños.

Se refiere a este despertar dentro del sueño de algo que, la actividad onírica no permite disfrazar lo suficiente y que conlleva, por tanto, en ocasiones al sobresalto inconfundible del sueño de angustia y en otras, a las consecuencias físicas de los sueños húmedos "novedosas" para el púber.

Pero, eso que allí despierta, a lo que Lacan se refiere, no es, según lo entiendo, la sexualidad adulta, la genitalidad o cierto nivel de urgencia, solamente. El despertar, es lo que ocasiona este andar errante y accidentado del adolescente; en una suerte de exilio o de extraterritorialidad que también es, esencialmente un exilio del lenguaje.

En esta metamorfosis del segundo despertar, el lenguaje infantil ya no sirve para nombrar las cosas, por lo que debe conquistarse o inventarse una nueva lengua. Lacan nos dice que la lengua está viva en la medida de que se la inventa constantemente[2]. El lenguaje adolescente siempre ha tenido mucho de neologismo, a lo largo de los tiempos.

¿Cuál es el partenaire analista que conviene? El que acompañe esta transición sin presuponer absolutamente nada, con una mirada neutra que no sea la del optimismo del cambio puesta en la adolescencia ni la de la crítica patologizante. Un partenaire que no se propone desde la creencia en el lenguaje, desde el intento de interlocución, sino desde la lógica sintomática de la cual, a través de la transferencia, formará también parte.

Habrá que aggiornarse de los significantes del discurso social, los modos y modas en los que se vistan esa extraterritorialidad o exilio, sin creernos por ello traductores ni conocedores de nada.

Solo entonces podremos pensar siempre en modo singular, si los significantes novedosos de la época permiten a un sujeto invenciones, arreglos o algún modo de anudamiento con eso que ha despertado en sueños y ya no dejará de no escribir.

REFERENCIAS

  • Freud, S. La metamorfosis de la puebertad. Obras Completas Tomo VII. Amorrortu, Buenos Aires, 1978.
  • Lacadée, Ph. El despertar y el exilio. BA Libros, S.A., 2018. Diagonal, 189 - 08018 Barcelona. Diciembre de 2019.
  • Lacan, J. Prefacio a El despertar de la primavera. Otros escritos. Paidós, Buenos Aires 2012.
  • Miller, J.A. El partenaire síntoma. Paidós, Buenos Aires, 2008.

NOTAS

  1. Rimbaud, Arthur, Œuvre-vie, Edición del centenario, establecida por Alain Borer. Arlea, 1991, pág. 73. Tomado de Lacadée Ph, El despertar y el exilio; referencia y traducción de dicho autor.
  2. Lacan, Jacques, El Seminario. Libro XXIII. El Sinthome, Barcelona, Paidós, 2006, pág. 131. Referencia tomada del mismo libro y autor, Idem. anterior.