Tel. +59 8 2900 9464 [email protected] Río Negro 1354 - Of. 40, Montevideo, Uruguay

Revista Repique

Repique 6

Posición del analista en tratamientos virtuales con autistas

Javier Grotiuz

Desde el psicoanálisis de la orientación lacaniana se plantea un dispositivo que pone a la transferencia como elemento fundamental, en donde siempre hay un Otro en juego con sus diferentes modalidades, adquiriendo especial relevancia la presencia del analista y sus intervenciones. Aunque esta presencia de por sí no garantiza nada, ni asegura que se lo pueda incluir en los circuitos iterativos del autista, si no se sabe cómo maniobrar para ser incluido.

Efectos de la pandemia

"La función simbólica constituye un universo en el interior del cual todo lo que es humano debe ordenarse[1]", decía Lacan en 1954. En este momento a causa de la pandemia de Covid 19, este marco simbólico se vio trastocado, afectando la realidad cotidiana para todos, especialmente en la dimensión espacio-tiempo.

Se modificaron los horarios y actividades diarias, interrumpiendo la alternancia que estas actividades producían entre el afuera-adentro, por ejemplo casa-escuela, casa-plaza, casa-análisis (u otros tratamientos) etc. borrando en muchos casos el afuera e intensificando fuertemente el uso de las pantallas: celular, tablet, computadora, juegos electrónicos y televisión.

Como consecuencia de la pandemia, se redujo el mundo del sujeto autista a un espacio y a pocas personas, donde la casa se convirtió en escuela, el living en el aula y los padres (o abuelos) en maestros de apoyo y técnicos informáticos improvisados. En un mismo espacio se recibe clases, se hacen los deberes, se come, se juega e incluso se tiene sesiones de terapia, acentuando la confusión e indiferenciación que ya presentaban algunos autistas.

Y a nivel temporal, hay desorientación y les resulta difícil distinguir el pasar de las horas y días al no tener las actividades habituales diarias que en su alternancia y secuencia brindan un orden.

Tratamiento del autismo en tiempos de pandemia.

Por un lado encontramos padres que sostuvieron el tratamiento manteniendo la relación transferencial, otros en cambio escriben o llaman cada tanto para plantear alguna pregunta o inquietud y por último aquellos que interrumpieron el tratamiento argumentando que lo virtual no es para su hijo, con la promesa de retomar cuando sea presencial.

La pandemia pone a prueba el intento de arreglo del autista y a algunos no les resulta suficiente para sostenerse en su inmutabilidad, debiendo todos reinventar nuevas formas, circuitos y escenarios desde donde trabajar con estas contingencias excepcionales, que le posibiliten al autista regular el goce invasivo y salir de su aislamiento, articulando un espacio donde el analista dé un valor a su producción.

En este sentido la pantalla se ha incorporado como una nueva herramienta en nuestra práctica clínica para aquellos que hemos decidido proseguir con el trabajo virtual y constatamos efectos claros en muchos casos, pero como dijo Laurent hay que darle uso a las tecnologías a condición de prescindir de ellas.

Cualquier psicoanalista que trabaja con niños autistas puede constatar que eso de "poner el cuerpo" es literal porque se le presta lo que no tiene ayudando a dar una consistencia imaginaria, y por tanto hacer posible una clínica sin el cuerpo donde más se necesita es todo un desafío extra.

Hay que tener en cuenta que un sujeto autista vive en general en un presente infinito, en donde todas las cosas pueden estar al mismo tiempo en el mismo lugar en simultáneo, porque el sujeto vive en lo real. Pasado presente y futuro no se ven claramente y por eso es tan importante el trabajo sobre la presencia- ausencia y las alternancias (por ejemplo: encendido-apagado, oscuro-iluminado, frío-calor, adentro-afuera etc.), porque establecen una dimensión simbólica de al menos dos tiempos diferentes, constituyendo la base para el trabajo especialmente con los más comprometidos subjetivamente.

¿Cómo hacer posible esto virtualmente?

"La posición Ética del analista implica buscar en cada momento, una posibilidad de acompañar cada sujeto para arreglárselas con su real. Es por tanto, nuestra responsabilidad responder a las demandas, angustias y malestares de nuestros pacientes autistas y sus familias en un momento, tan incierto y aterrador como el que estamos viviendo[2]".

Para aquellos que las pantallas son importantes es más probable que consientan al trabajo virtual, especialmente con aplicaciones que permitan compartir pantalla, pudiendo oficiar de objeto mediador y facilitar el trabajo que viene haciendo el niño junto al analista, pero hay que estar atentos a que no se convierta al mismo tiempo en un obstáculo.

En los casos que se cambia de lo presencial a lo virtual, puede ser importante en los primeros encuentros ir acompañando en la pantalla con otras imágenes, del consultorio, de los juguetes o juegos que se interesaba cuando venía, como forma de captar su atención y que recuerde quien es la persona que tiene del otro lado.

Cuanto mayor sea el vínculo previo con el analista mejor puede darse la continuación por esta vía, aunque también hay casos que sorprenden por el poco tiempo previo y sin embargo se prestan al trabajo virtual con ganas, o incluso pacientes que directamente comienzan el tratamiento en modalidad de videollamada, por ejemplo dos que comencé a atender y viven en Chile.

También ocurre que la mirada del analista en la pantalla puede llegar a ser muy intrusiva e intolerable, debiendo extraerla de la escena con objetos o incluso apagando la cámara dejando solo nuestra voz. En este último caso es fundamental que el autista este bien orientado y nos reconozca previamente, porque en algunos puede generar desconcierto por no saber quien les habla.

Cuando nos encontramos con sujetos que les resulta intolerable la videollamada, haciendo imposible el trabajo virtual, podemos proseguir con los padres si están dispuestos, incluso con el paciente en la vuelta, que tarde o temprano podrá sumarse al ver a sus padres interesados e interactuando.

Otro obstáculo puede ser que el espejo de la pantalla refuerce el hablarse a sí mismo del autista, quedando pegado a su imagen e ignorando por completo al analista, donde se mira hablándose, y se habla mirándose, haciendo caras, morisquetas, gestos que la pantalla le devuelve brindándole tranquilidad e incluso diversión.

¿Cómo atravesar la pantalla, como agujerearla para hacer posible el trabajo analítico?

Más allá de que no hay recetas en la clínica del caso a caso, hay que desacomodar ese espejo que por un lado lo atrapa y por otro anula al Otro, produciendo algo del orden de la sorpresa que capture la mirada y la desvié hacia el analista o simplemente poniendo palabras a esa escena.

Esto da la pauta de cómo probar la consistencia de la imagen, y no es nada fácil lo digital especialmente para realizar ciertos cortes con ese Otro primordial que a veces tiene que estar presente para manejar la tecnología, o que quiere escuchar y ver lo que pasa, ofreciendo espacios de la casa sin privacidad o de puertas abiertas, debiendo el analista ponerse firme en que se le brinde al niño un espacio privado cuando se pueda.

Ivan Ruiz planteaba el año pasado, la pregunta de ¿cómo hacer existir algo del análisis en la casa del sujeto que marque la presencia del analista?

Los objetos son elementos esenciales para los autistas, protegiéndolos contra la angustia, animando su cuerpo, procurando una satisfacción, así como oficiar de dobles y por supuesto también para establecer un vínculo con el otro. En este sentido son fundamentales para constituir un adentro-afuera de la casa, pensando que objeto de los que eligen los pacientes del consultorio se pueda hacer presente en su hogar.

- A través de los padres que puedan venir a buscar y llevarle.

- A través de la tecnología: Whatsapp, Email o en la pantalla mostrar sólo el objeto sin nosotros. A pesar de que no lo pueda manipular, verlo es signo de su ida al consultorio, de la presencia del analista y por tanto de la existencia real del objeto y del propio analista. También se puede compartir la pantalla, poner imágenes o videos y verlos juntos.

Trabajar con autistas por videollamada implica salir de la privacidad y comodidad del consultorio, exigiendo cuotas de firmeza o flexibilidad según el caso, para sostener la situación analítica. En los obstáculos principales nos encontramos a las casas pequeñas o humildes que no disponen de una habitación con puertas, y sumado a la dificultad para el uso de auriculares ya sea por carencias o por inquietud del niño, implica que las palabras dirigidas al paciente no se sabe finalmente a quien más le llegaran. Se da con cierta frecuencia las irrupciones por parte de familiares presentes en la casa, que se encuentran realizando las tareas diarias, así como hermanos que pasan, curiosean, unos siguen y otros se quedan interactuando con el paciente y con el analista. A veces lo echa el propio paciente, generando una discusión o pelea. Todas situaciones que pueden convertirse en obstáculos para dar continuidad al trabajo de la pareja paciente-analista, debiendo pilotear un sin fin de dificultades inesperadas, pero que con un poco de paciencia pueden convertirse en oportunidades para ver in situ el lugar de ese niño en la dinámica familiar.

La posición del analista debe ser decidida, para soportar, sostener y sobre todo ampliar la solución que ese niño ha podido darse, y para esto es fundamental incidir en el Otro primordial del autista, para que acepte el modo de gozar que tiene el niño (por ejemplo jugar con sus propias manos) y a su vez que el adulto pueda percatarse cuando actúa sin tener en cuenta al niño como sujeto. La transferencia con los padres es esencial para poder maniobrar y al mismo tiempo que se les da entrada, progresivamente vamos produciendo cortes, separaciones (tolerables para ese Otro) para que el niño sea cada vez más un sujeto y menos un objeto.

Esta pandemia es un momento propicio para dar lugar a la invención propia del sujeto autista y que la familia pueda nuclear en torno a ella, haciendo de ese niño el centro para que no quede aislado e incomprendido.

NOTAS

  1. Lacan, J. (2002). Seminario 2 El Yo en la teoría de Freud, clase 3.
  2. Marta Prat de la Riba, en Publicación Zadig Mayo 2020. Clínica del autismo en tiempo de confinamiento. Enderezando el rumbo para evitar la deriva.