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Revista Repique

Repique #8

Lo que no engaña en los significantes de la época

Leticia Reina

El presente año algo me impulsó a leer sobre la angustia. Este algo, sale de la práctica clínica, en donde comienzo a observar con mayor frecuencia sujetos que llegan con un desborde de angustia a nivel del cuerpo. Muchos de ellos, vienen con nominaciones de Otros: (médicos, psiquiatras, Google y hasta de tik tok), que les indican que sufren de: ataques de pánico, crisis de ansiedad, depresión y demás significantes que comandan esta época.

Son portadores de un sinnúmero de "diagnósticos" con los que se nombran para indicar lo que les sucede, ya que este fenómeno, parece no tener explicación y vagamente se asocia con algo más. Algunos de ellos, describen como desencadenante el enfrentamiento con una tyché, algo del orden de lo inesperado, encuentro con un real que no se puede significantizar y hace tambalear al sujeto, una imposibilidad de dar respuesta ante lo inesperado y la maquinaria que deja de funcionar, lo lleva en el mejor de los casos, al encuentro con un analista.

Cuando la consulta es hacia la medicina tradicional y las psicoterapéuticas, intentan en estos casos, aplacar el síntoma, la angustia es tomada como un síntoma más que se debe hacer desaparecer, generalmente indicando una batería de tratamiento farmacológico, que intente borrar este padecimiento en el cuerpo, así como también, en las terapéuticas se intenta inflar al yo, buscando que el paciente "se sienta bien", desde el soberano bien del terapeuta, o bien, intentando adiestrar ese afecto por medio de ejercicios o tareas, brindan respuestas que taponan, nombres que pretenden enmarcar este padecer, en virtud de "arreglar esto que no marcha" ubicando el saber del lado del terapeuta o médico.

Desde el psicoanálisis lacaniano la apuesta es otra, también el desafío. Si bien, los afectos pueden ser engañosos, según Lacan, la angustia es el único afecto que no engaña, porque nos aporta pistas de lo real. Miller (1988) dice que el afecto tiene efecto de verdad, siempre y cuando esta verdad esté tomada como lo trabaja Lacan, con estructura de ficción.

Es verdad que el exceso de angustia puede ser un impedimento, generalmente con dificultad de trabajar desde la palabra. Y esto es lo que a mi entender hace al desafío. Los analistas no vamos a dejar que una persona que llega en este desborde se vaya como llegó o peor, dejarlo caer (Lacan, 2018, p.136). Entonces: si la angustia nos da ciertas pistas a lo que debemos estar atentos, me pregunto: ¿Cómo reconocer la angustia que no engaña? ¿Cómo opera un analista con la angustia del sujeto? Desangustiar, desculpabilizar: ¿son caminos similares y pueden ser tomados en cuenta en la dirección de la cura?.

Freud en inhibición síntoma y angustia, teoriza sobre la angustia señal. Dicha angustia es la que aparece, frente a un encuentro inesperado, por lo que se activaría la angustia como respuesta a este encuentro. Lacan, menciona que la angustia es ante la castración, pero no hacia la castración del sujeto, sino ante la castración del Otro. El sujeto descubre que este gran Otro, gigante, entero, desea algo, desea por tanto, le falta algo que el sujeto no tiene y debe suponer qué es. Lo que angustia es el deseo del Otro, el enfrentamiento con esta falta en el Otro.

Aparece así la pregunta de ¿qué me quiere el Otro? Y se ensayarán diferentes respuestas desde el fantasma. Lo que creo que el otro quiere, vendrá en forma de semblante a velar algo de lo real del goce, pero que ante una vacilación fantasmática, el sujeto quedaría desnudo de ese velo, descubriendo la falta. La angustia viene a darnos una pista sobre este goce, del que no queremos saber nada y que muchos pacientes traen en relación a la culpa. Laurent (2004) plantea que desculpabilizar iría en contra de buscar la división del sujeto. "El sujeto neurótico es siempre culpable de gozar y de existir."

Desangustiar va en la dirección de conocer algo del deseo del sujeto, la interpretación bajo transferencia busca apuntar hacia allí. Desangustiar consiste en hacer surgir la pregunta por el deseo, siempre y cuando se logre hacer consistir el síntoma. Según Laurent (2004), "cuando el síntoma no consiste, no se llega a poner punto de capitón a la angustia."

Portillo (2004), plantea que el analista podrá tramitar la angustia por dos vías: Una es la del camino del deseo y la segunda por la vía del acto, como respuesta a este real pulsional que escapa al significante.

Desde el psicoanálisis lacaniano, lejos de retroceder ante los nuevos significados que la época le da a la angustia, donde los síntomas parecen ser universalizados, nos embarcamos en el desafío de pensar la dirección de la cura, evitamos tomar a la angustia como algo a desaparecer sin intentar comprender de qué nos habla el sujeto cuando trae estos significantes que vienen de Otros y qué tiene que ver esto que trae con lo singular del sujeto, instalada la transferencia, se interpretará apuntando al deseo. Por la vía del acto quedan las diversas maniobras del analista y la interpretación hacia el sinsentido, como forma de acceder al goce del sujeto, sin taponar con sentidos, dejando caer el manual de instrucciones que traen los sujetos desde el Otro, para dar lugar a lo singular.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS