Tel. +59 8 2900 9464 [email protected] Río Negro 1354 - Of. 40, Montevideo, Uruguay

Revista Repique

Repique #8

Lo real es el cuerpo. Síntomas contemporáneos en la época del Otro que no

Analía Barbery

Las presentaciones de los sujetos que hoy vienen a nuestros consultorios, poco claras, nos animan a seguir investigando. Esta rareza que no escapa a la clínica con adolescentes en una época donde, como menciona Christiane Alberti:

"El cuerpo que toma el mando". Hoy cualquier indicio que se puede leer en el cuerpo, se transforma en identidad, cristalizándose, y tiende a transformarse en comunidades avaladas por los manuales y por las leyes que hacen al discurso en la época.

Desde el psicoanálisis el cuerpo es un enigma para el sujeto, un lugar de opacidad, de cuestionamiento, es la pregunta sobre la existencia.

Hoy no hay lugar ni tiempo para la pregunta. El discurso de las tecnociencias opera rápidamente taponeando con un saber universal que está más allá del sujeto.

Así se observa con más frecuencia los acting out sobre el cuerpo mismo o manifestaciones desprovistas de palabras, generando comunidades de Ser, "soy depresivo", "soy panik attack" "soy ansioso".

Este misterio del cuerpo hablante desaparece en la ideología dominante en un "sé lo que soy y sé lo que quiero", es un saber en el que el cuerpo está al mando, sin la mediación del Otro.

La primera operación que hace Lacan en lo que concierne al cuerpo es la separación entre el cuerpo y el organismo. Es la consecuencia de la entrada en el lenguaje, donde por su efecto el sujeto pierde su cuerpo, y éste sólo retorna como cuerpo despedazado, el que va a ser recuperado como totalidad por la vía de una imagen (Tarrab, 2004).

Entonces, un cuerpo, en el inicio no se lo es, se lo tiene, se lo recupera de algún modo por la vía de la imagen, de las identificaciones.

Miller (2007) refiere, el cuerpo es comparable a un montón de piezas sueltas, órganos que se ensamblan al que hay que encontrarles un sentido, donde la forma nunca es lo que debería ser.:

No hay relación sexual pero sí hay relación del parlêtre con su cuerpo. Montajes que se inventan para intentar algún sentido sobre este, aunque siempre habrá dislocación, desajustes.

Freud señaló que el hombre se la pasa produciendo órganos (aparatos) que amplifican el cuerpo. Pero en todo caso, el cuerpo es por excelencia el órgano con el cual el sujeto se proporciona los modos de representación de este mundo. A su vez dicha representación, no nos da ninguna certidumbre de que el mundo existe como tal. Esta época nos enseña sobre esto, a más objetos menos creencia.

Sujetos descreídos del cuerpo, del Otro, viven una especie de exilio interminable, buscando anudamientos muchas veces lábiles e inconsistentes.

Si la función de la palabra hoy está afectada: ¿qué cuerpos hoy? ¿es un cuerpo separado de la palabra?

Me interesa abordar este tema en las adolescencias ya que son ellas las que nos enseñan sobre el cuerpo, y nos permiten pensar una clínica más allá de su especificidad.

Alexandre Stevens (2019), plantea a la adolescencia como síntoma, en esta misma línea propongo preguntarnos si finalmente, el sujeto no es más que síntoma de un cuerpo.

Lacan (2012) en el "despertar de la primavera", alude aquí al efecto inaugural en la adolescencia, del encuentro con un cuerpo del que no se es dueño, un cuerpo al que le pasan cosas más allá de él. El despertar, es el despertar del cuerpo.

Lacadée (2022) ubica a la adolescencia como "un significante del Otro que sirve (...) para designar ese momento particular de la vida, del orden de un tiempo lógico, propio de cada uno" (p.25).

Toma ese momento, para hacer valer que lo que se pone en juego se ubica en la relación al cuerpo del adolescente con la lengua y propone llamar a esto una crisis del lenguaje o una crisis de la lengua articulada al Otro.

Freud (1905) nos propone una metáfora interesante para esta etapa, la de perforar y atravesar un túnel de dos costados a la vez. Un agujero, del cual un extremo perfora la autoridad, el saber y la consistencia del Otro y sus ideales y el otro extremo perturba la vivencia más íntima del cuerpo del niño.

Sabemos que lo que está al inicio de todo serhablante es el exilio fundamental del sujeto, ligado al hecho de que tiene que situarse en el lenguaje, para decir lo que él es. Debe traducir su ser en palabras (Lacadée, 2022).

Hoy nos encontramos con sujetos que viven en un permanente exilio de su cuerpo, o en estados de duelos tomados por la opacidad y que persisten más allá de la palabra.

¿Cómo pensar hoy esta metáfora que nos proponía Freud en una época donde el Otro está en cuestión?

El cuerpo como órgano de todos los órganos es el que le permite al sujeto, por lo que le pasa, tener cierta certeza de que está vivos. Esto estalla y queda conmovido todo el tiempo, la pandemia dejó registros de esto.

¿Cómo se combinan y se ajustan esas piezas hoy? ¿Qué opera como anudamiento cada vez? ¿Cómo incide la época en los modos de habitar el cuerpo?

Antes el síntoma en el cuerpo era estatuto de la mujer encarnada en la estructura histérica, la histeria desde la época Freudiana nos enseñaba eso, lo imposible de escribir. Hoy los hombres llegan a consulta, llegan con síntomas en el cuerpo, ansiedad, insomnio, disfunciones sexuales, etc. Finalmente ¿qué llegan? Cuerpos; en una época donde la palabra no vela lo Real, lo Real es el cuerpo.

El Estado y las ciencias se hacen cargo de los cuerpos, de la vida, no hay una responsabilidad del sujeto ahí. Notamos la dificultad de los sujetos en hacerse responsables de sus propias vidas.

Desde el psicoanálisis la apuesta es esa, en la experiencia de quienes lo practicamos en todas sus formas, sabemos que permite hacerse de un cuerpo nuevo.

Es el punto paradojal del cuerpo, ahí donde el cuerpo queda mortificado por el lenguaje, vive un sujeto. Un análisis apunta a ese recorrido, pasar de la vía mortificante a la dimensión vivificante, la de ese consentimiento que un sujeto le hizo a la vida.

BIBLIOGRAFÍA