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Revista Repique

Repique #8

Quiero, luego pienso

Dra. Mariela Oneto

Quisiera subrayar en el título de estas Jornadas la expresión "modalidades" en tanto alude a lo múltiple, a la heterogeneidad de los fenómenos que se nos presentan en la clínica por efecto de lo actual. Sitúa así que las modalidades subjetivas son variables en términos culturales y que es preciso inscribir el síntoma en el lazo social donde se manifiesta. Tanto Freud como Lacan nos dieron esa orientación precisa: hay articulación del lazo social con el modo de goce.

Cada época le da un tratamiento novedoso a la pulsión, inventa un modo peculiar de goce. La civilización contemporánea empuja a la satisfacción, ordenando al sujeto a gozar hasta el exceso. Estas nuevas maneras de gozar implican formas inéditas de padecimiento, cada vez más desamarradas de lo simbólico y más solitarias.

No obstante, las modalidades sintomáticas en la clínica actual son plurales, distintas formas del síntoma coexisten y a su vez se diferencian por su relación entre el sentido y el goce: el síntoma analítico tal como lo conocemos en la tradición de nuestra práctica, un síntoma cuya envoltura formal se ha reducido por incidencia de los discursos de la época y los nuevos síntomas o llamados también síntomas actuales, donde se trata de un exceso de goce en detrimento de la dimensión simbólica del mismo. Son aquellos casos en los que las condiciones de entrada en el dispositivo analítico nos plantean serias dificultades y exigen estrategias en la transferencia destinadas a producir tales condiciones. En todas sus modalidades la orientación por el síntoma está vigente.

El psicoanálisis ha sabido captar en el síntoma la íntima ensambladura entre las palabras y los cuerpos. Un síntoma que, en tanto incidencia del significante del Otro en cada uno viene a perturbar al cuerpo, dando lugar al surgimiento traumático del goce (Laurent, 2013). La práctica analítica también supone la incidencia de la palabra sobre lo real del cuerpo, o dicho de otro modo, sobre la satisfacción pulsional que supone el síntoma. El dispositivo analítico, apuntando al modo de gozar de cada uno con su síntoma, alcanza el abrochamiento entre la cadena significante y el goce pulsional en juego.

Lacan dedica gran parte de su enseñanza a pensar la relación entre el goce del síntoma y la operación analítica, en un movimiento que va del inconciente al síntoma y que es el recorrido de la cura misma. Ese movimiento conduce de la verdad contenida en el síntoma al modo de gozar con él, pero no es posible sin haber pasado por el develamiento de aquella. Es por la reducción del sentido que conlleva el análisis, por la vía del desciframiento del inconsciente, que se llega al sin-sentido, al encuentro con un real sin sentido y sin ninguna utilidad, oportunidad para la invención del sujeto de una solución particular para cada uno (Miller, 2001).

De manera que el síntoma analítico es por excelencia un síntoma que habla, es portador de un sentido que se dirige a alguien, es un síntoma que se produce en análisis. Los "síntomas actuales" –en cambio- van a contramano de la vertiente simbólica del síntoma como mensaje. Es el síntoma que no está dirigido a nadie, es la materialidad del síntoma como tal, fijación de un exceso de goce sustraído del sentido. En esta clínica del exceso lo real no aparece al final del análisis sino a la entrada, el real sin síntoma hace consistir el goce.

¿Cómo hacer para que ese goce sea cernible por un sujeto, para que sepa a qué goce está atado? ¿Cómo afectar el cuerpo, conmoverlo, perturbarlo en su goce?, ¿cómo afectar con la palabra eso que no se descifra?

Los "nuevos síntomas" muestran los límites de la práctica analítica bajo transferencia, son la expresión de una época donde toma lugar el descrédito del saber, el retraimiento de las referencias a la función nombre del padre. El modo tradicional de la relación al saber está conmovido y esa destitución del carácter agalmático del saber afecta también a la transferencia.

Lo que encontramos hoy como límite es la opacidad del goce respecto del sentido. Si la época, si los síntomas actuales, resisten al discurso, la apuesta analítica es hacer que se traduzca en términos de saber lo que se realiza como goce. En estas modalidades clínicas donde la dimensión propia del síntoma se encuentra en cuestión, la práctica lacaniana persiste en orientarse por el síntoma, apuesta a producir nuevos síntomas y esa es su novedad: hay una chance de hacer entrar eso que rechaza el saber al campo del inconciente (Tarrab, 2005).

Ahora bien, no se trata del desciframiento de los nuevos síntomas. Por el contrario es preciso obtener que algo de ese goce opaco se cifre, que se torne sintomático para que haya algo tratable, que altere su funcionamiento. Intentar hacer con eso una nueva inscripción que le dé a ese exceso de goce alguna regulación.

Se tratará de saber si es posible conectar ese goce solitario de la repetición, al Otro, allí donde el Otro está justamente en cuestión (Tarrab, 2008). En ese punto preciso es donde la pluralidad de las modalidades se reduce a la más absoluta singularidad del caso por caso.

BIBLIOGRAFÍA

  • Laurent, E. (13 de 2 de 2013). Hablar con el propio síntoma, hablar con el propio cuerpo. Obtenido de Escuela Lacaniana de Psicoanálisis del Campo Freudiano: https://elp.org.es/hablar-con-el-propio-sintoma/
  • Miller, J. A. (2001). Psicoanálisis puro, psicoanálisis aplicado y psicoterapi. Freudiana nº 32. Publicación de la Escuela Europea de Psicoanálisis de Catalunya, 7-42.
  • Tarrab, M. (2005). Producir nuevos síntomas. En XII Jornadas Anuales de la EOL: Nuevos síntomas, nuevas angustias. Buenos Aires: Grama Ediciones.
  • Tarrab, M. (2008). La fuga del sentido y la práctica analítica. Grama ediciones: Buenos Aires.