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Revista Repique

Repique #8

El encierro como solución: el fenómeno de los Hikikomori

Carolina Cáceres

Pensar sobre el lazo social en la actualidad no es tarea fácil. Mucho se habla sobre las consecuencias que ha tenido el aislamiento social a raíz de la pandemia de Covid -19. No obstante, no hay que perder de vista que el modo de vida ermitaño ha existido desde la antigüedad.

Tal es así que desde finales de la década del noventa, en Japón, se identificó un fenómeno social denominado Hikikomori. En principio eran jóvenes, en su mayoría varones, que deciden apartarse de la sociedad y permanecer en silencio por tiempo indefinido. En la actualidad dicho fenómeno también se ha extendido a los adultos mayores. Si bien es un fenómeno que responde en principio a las características de la sociedad japonesa, se hizo eco en el resto del mundo.

En el caso de los jóvenes la decisión de aislarse está relacionada a la presión por no poder encajar en una sociedad tan competitiva e individualista como la japonesa. Por la incapacidad de adecuarse a las reglas, así como también por la dificultad de hacer amigos y por las diversas situaciones de acoso escolar. Vivir aislados y en silencio parece ser la solución que han encontrado para evadir lo insoportable de las relaciones humanas. Para muchos de estos jóvenes la virtualidad se ha transformado en una forma de suplencia al contacto cara a cara con sus pares. Pero no así con sus familias, que en el mejor de los casos se limitan a acercar el alimento a la puerta de la habitación, resignados a no tener ningún tipo de interacción con sus hijos.

Las familias que tienen un hikikomori evitan con frecuencia que el mundo exterior sepa que alguno de sus hijos se encuentra en esta situación. Lo hacen para no enfrentar la vergüenza de tener, lo que dan en llamar, un "parásito" en la familia. No asumir dicha situación dificulta la búsqueda de ayuda profesional, haciendo que lleguen a pasar años en estas condiciones.

Bien sabemos que este no es un fenómeno exclusivo de la sociedad japonesa. En la clínica actual es cada vez más frecuente encontrarnos con sujetos cuyo único medio de interacción es a través de la pantalla. Sujetos que, atrapados en un goce autista, piden tener sesiones online ya que no pueden sostener la idea de "poner" el cuerpo en juego.

Dicho modo de vida se sostiene gracias al mundo globalizado, que alimenta esta nueva modalidad de goce. El aislamiento se presenta como un nuevo modo de hacer lazo y al mismo tiempo como solución al malestar actual.

De acuerdo a lo que plantea Miller en el Seminario El Otro que no existe y sus comitès de ética, vivimos en una época en donde predomina el malestar respecto de lo real. (Miller, 2005, p.12). Y es a partir de la dimensión social del síntoma y de la inexistencia del Otro que se puede explicar el vacío del lazo social.

Pensar desde el psicoanálisis sobre la fragilidad de los lazos sociales nos permite aportar otra visión más allá de los criterios estrictamente diagnósticos y clasificatorios. Es vital no recaer en la respuesta fácil (fobia social) sino que debemos pensar cuál es la función que cumple el aislamiento para cada sujeto.

Es al mismo tiempo un desafío que tenemos por delante, ya que la práctica del psicoanálisis está estrictamente relacionada con los significantes de la época. Tal y como lo plantea el psicoanalista Santiago Castellanos, miembro de la AMP, en su texto Crisis ¿que dicen los psicoanalistas?:

El psicoanálisis, como discurso, no va a cambiar el curso de la historia, ni pretende hacer juicios morales sobre las nuevas formas de gozar, más bien se trata de acompañar al sujeto a reconocerse en lo que hace síntoma y a encontrar una solución singular a su encuentro con lo real, con las nuevas formas de dominación y por esa vía, es que cada uno encontrará respuestas subjetivas distintas a la de su alienación al goce, en el que está atrapado. Esto le da al discurso analítico un carácter "subversivo", que contraría en su práctica y en su orientación ética la lógica del discurso capitalista. (Castellanos, 2020, p.6)

Debemos, por lo tanto, interrogarnos acerca de estas nuevas formas de hacer lazo. Sin perder de vista los efectos que estas nuevas modalidades pueden tener en la singularidad de la clínica. Parafraseando a Lacan, ahora más que nunca, tenemos la responsabilidad de cumplir la función de intérprete en la discordia de los lenguajes. (Lacan, 1953, p.309).

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

  • Castellanos, S. (2020) "Crisis, ¿Qué dicen los psicoanalistas?" Texto presentado en las Jornadas ELP, Barcelona, 2015. Recuperado de: Crisis ¿qué dicen los psicoanalistas? | Virtualia, Revista digital de la EOL (revistavirtualia.com)
  • Lacan, J. (1953) "Función y Campo de la palabra y del lenguaje en psicoanálisis". (p.309) Escritos 1. México: Siglo XXI editores.
  • Miller, J. (2005) "El otro que no existe y sus comités de ética". Buenos Aires: Paidós.