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Revista Repique

Repique #7

Girl: lo trans en la adolescencia y la interpretación en psicoanálisis

Analia Barbery, Alex Bentancourt, Tatiana Calero

Los síntomas contemporáneos nos convocan a leer qué hay en los otros discursos, como por ejemplo los discursos de género. Se trataría entonces de poder leer los hechos de la época, como Freud lo mostraba en el "Malestar en la cultura".

Frente a la pulsión, hoy asistimos a lo mismo pero de otro modo; estamos en lo que se conoce como la era pos paterna, o sea lo que no alcanza a nombrar el nombre del Padre.

En las leyes se describe a la identidad de género como la vivencia interna o individual tal como cada persona la siente por la vía de la autopercepción, que puede corresponder o no al sexo asignado al nacer.

Hay una idea de que es posible elegir libremente vistiendo la imagen, el cuerpo, la voz por efecto de hormonización o el bisturí. Una idea de que se puede alcanzar una coincidencia entre la imagen corporal y la autopercepción.

Desde el psicoanálisis pensamos que no se trata de estar de acuerdo o no, sino de dialogar con aquellos discursos que hoy están presentes. Las leyes forma parte de estos discursos, y no solo da un derecho social, también el derecho a nombrarse, lo que escapa a lo que el nombre del padre no puede asir.

En la época del Otro que no existe, viene un S1 cualquiera, podríamos decir lo trans?, significante que ancla a una identificación. En el Sem 5 Lacan mencionaba que cualquier cosa puede hacer función del nombre del padre [1]. Lo trans, es un significante de esta época, que se arraiga en este tiempo del todo posible y viene a nombrar lo innombrable.

Para el desarrollo de este trabajo, tomamos como referencia la película Girl, dirigida por Lukas Dhont. Narra la historia de Lara, una adolescente transgénero que está realizando un tratamiento hormonal para realizarse la cirugía de reasignación de sexo, proceso que también es acompañado por las exigencias de una escuela de ballet, ya que aspira a ser una bailarina profesional.

Su familia está constituida por su padre y su hermano, ambos apoyan sus decisiones. El padre la avala, asiste a las consultas, insiste en mostrarse preocupado y disponible. Cabe destacar que a lo largo de la película no se hace referencia a la madre, por lo que nos deja como interrogante qué función cumplió en su vida.

En el entorno académico aparece el acoso de sus compañeras, que insisten en evidenciar lo diferente, y también las exigencias propias del entrenamiento, los profesores le hacen saber sus limitaciones físicas, focalizándolas en los pies, que no se adecúan a los requerimientos para lograr lo que quiere ser.

Lara rechaza su anatomía, para ser mujer no le alcanza con la mirada de otro que avale, es necesario transformar su cuerpo, luego de esto manifiesta que dará paso a otras cuestiones que hacen a su orientación sexual, pone en pausa esta cuestión que la enlaza con un otro.

Lacan ubicó tres dimensiones en las que el género se conforma en la infancia y en la pubertad: la dimensión identificatoria, donde entran en juego las identificaciones edípicas y el Ideal del yo que conforman la identidad autopercibida; luego la dimensión electiva, a nivel del objeto de atracción, que genera la elección homo o hetero; y la dimensión sexuada, en función de la inscripción en los lados de la sexuación, que genera el modo de satisfacción de cada uno [2].

Estas tres dimensiones se articulan de manera singular para cada quien, pueden ser paradójicas y contradictorias entre sí y transcurren por diversas vías. Es una elección inconsciente, que se produce según cómo se articulan estas tres dimensiones a partir de las marcas contingentes que la determinaron. Todo esto se pondrá a prueba una vez más en la adolescencia.

Lara pone el foco de atención en su cuerpo, en donde ve lo que rechaza de sí, en la espera de cambios que vendrán a dar la solución a algo que se le hace insoportable, la discordancia entre lo que ve y lo que es.

En el seminario ...o peor, Lacan retoma el tema de lo trans hablando del "error común" del que padece el sujeto transexual: tiene un cuerpo equivocado que no coincide con el sexo al que tiene la convicción de pertenecer. El transexual rechaza los criterios fálicos a partir de los cuales en la niñez se lo distinguió, o sea la pequeña diferencia anatómica; y su certeza es la de querer liberarse de ese error modificando su anatomía. "Su único yerro es querer forzar mediante la cirugía el discurso sexual que, en cuanto imposible, es el pasaje de lo real" [3].

En el escrito "El atolondradicho", Lacan plantea que la posición sexual del lado hombre o del lado mujer se elige a nivel del goce, en función de cómo se inscriba uno u otro con respecto a la función fálica, y cada sexo se inscribe de un modo distinto [2].

El cuerpo de Lara goza en la danza rompiéndose los pies, también tapando y rechazando el órgano que atestigua la diferencia sexual, órgano que enferma y posterga, pero en el que también está su solución.

En el libro "Género, cuerpo y psicoanálisis", Paula Husni menciona que asistimos a un tiempo de cuerpos que se sublevan y se transforman, dando cuenta de la inadecuación del significante para nombrar aquello del goce. Esto sanciona que la presencia del goce en el cuerpo excede al cuerpo, sus bordes no alcanzan como tampoco los agujeros para drenar dicho exceso. "Denuncia que el binarismo hombre mujer como estereotipo identificatorio no son más que semblantes que declinan cada vez más" [4].

El prefijo trans se define como lo que está detrás de, al otro lado de o a través de. Aquello que hace pasaje a otra cosa. Vilma Coccoz, tomando como referencia a Freud en "Metamorfosis de la pubertad", menciona al tiempo adolescente como la construcción de un túnel a atravesar. Este túnel está compuesto por dos agujeros, uno corresponde al saber, que queda en cuestión, y que corresponde al lugar del Otro y su consistencia; y en el otro, lo que queda perturbado en la vivencia íntima, el cuerpo [5].

Si la adolescencia se toca con este punto de mutación, de trans-formación, como lo que está más allá, lo trans aparece como constitutivo de este tiempo. Surgen las preguntas: ¿cómo acompañar más allá de los discursos? ¿Cómo se juega en cada sujeto adolescente la cuestión de lo trans? ¿Como identificación, significante o goce?

En una escena de la película se puede apreciar que el psicólogo interviene desde lo que piensa, asume que a Lara le gustan los hombres, plantea un escenario en el que ella tendría que aprovechar una oportunidad de encuentro con un hombre, porque según él eso le permitiría conocerse más y estar mejor preparada para la cirugía. Ella afirma que con el cuerpo que tiene no lo va a hacer, a lo que interviene diciendo que es una pena, que es perder el tiempo y sigue preguntando qué tipo de chicos le gustan.

¿Por qué pensarlo como psicólogo y no como analista? En esa escena aparece una forma de trabajo enmarcada dentro de las psicoterapias actuales en donde se dificulta la escucha de lo singular del discurso del sujeto.

La interpretación analítica no totaliza, sino que divide. Un sujeto dividido es un sujeto implicado en relación a su propio inconsciente, un sujeto que puede preguntarse: ¿qué tengo que ver con lo que me pasa?

La interpretación del analista busca abrir una pregunta, generar un enigma acerca de lo que le pasa, responsabilizándolo sobre su sufrimiento y su goce. En el caso del trabajo con lo trans, "no se puede someter lo formulado por el paciente a los ideales estandarizados del sexo. No se puede decir en su lugar qué es lo que está bien para un sujeto" [6].

La función del psicoanalista es la de causar el trabajo del sujeto analizante, nuestra ética nos plantea corrernos del lugar de Ideal a seguir, no se trata de dirigir la vida del paciente, sino la cura.

Guillermo López plantea que "como analistas debemos orientarnos a que el sujeto pueda darle un valor a su decir, y que, a través de sus palabras, y con la brújula de la angustia que nunca miente, localice a través del significante algo del objeto de goce que lo habita singularmente" [7].

El analista mediante sus interpretaciones da lugar a que el sujeto pueda trabajar a partir de lo que le causa malestar, que se escuche y pueda preguntarse sobre lo que hace, pero no sabe por qué. En la escucha analítica se trata de darle un lugar para que pueda dar cuenta de qué lógica tiene lo trans en su posición subjetiva, invitarlo a interrogarse. El psicólogo en esa escena interviene generando más que una apertura, un cierre. ¿Estará advertido de los efectos de su intervención?

Chamorro menciona que un análisis se define desde la interpretación del analista, y ésta se define por los efectos de sinsentido que provoca en el sujeto, recién ahí podría verse si la interpretación fue apropiada o no. [8].

En Lara se advierte la angustia que su cuerpo le provoca, no tolera la imagen que el espejo le devuelve, no puede ponerlo en juego en los vínculos que intenta establecer. Luego de la sesión con el psicólogo, vemos a Lara forzando un encuentro sexual, yendo a la casa de su vecino, encuentro que no tolera, no la enlaza a su cuerpo y ante el cual huye.

Como psicoanalistas estamos frente al desafío de lo contemporáneo, el psicoanálisis debe tomar los cambios con los que se encuentra en su clínica y estar a la altura de lo que le toca vivir. Será este un desafío que nos pone a trabajar en un tiempo donde no hay tiempo; como Miller ya lo dijo, es el año trans, también para el psicoanálisis.

Pensamos que la clínica de las adolescencias tiene su especificidad por lo que implica ese pasaje. El lugar del analista y sus intervenciones apuntarán a acompasar el ritmo singular de ese tránsito, que va a contrapelo de una actualidad de los apuros. Permitir que el sujeto adolescente se tome su propio tiempo para desplegar sus preguntas, será la apuesta interrogar el goce que se implica en esta etapa, para orientarlo hacia el lazo social.

La interpretación analítica, en la clínica de las adolescencias irá en la línea de acompañar a construir nuevos sentidos, dejando siempre esa puerta abierta a un enigma, enigma que posibilite su propio deseo de saber.

NOTAS

  1. Lacan (1957-1958). Las Formaciones del Inconsciente. Seminario 5. Paidos
  2. Patricio Álvarez Bayón – EOL AMP LAS INFANCIAS TRANS Y EL PSICOANÁLISIS
    Transexualismo y travestismo desde la perspectiva del psicoanálisis
    Patricio Alvarez Bayon, Alejandra Antuña, Paula Husni, Esteban Klainer, Viviana Mozzi, Débora Nitzcaner. Recuperado de: http://www.revistavirtualia.com/articulos/21/observatorio-de-genero-y-biopolitica-de-la-escuela-una/transexualismo-y-travestismo-desde-la-perspectiva-del-psicoanalisis
  3. Lacan, J. (2012). El Seminario de Jacques Lacan. Libro 19. O peor. Paidos
  4. Husni. P, (2020). Género, cuerpo y psicoanálisis, Edit Beatriz Tendlarz (compiladora). Grama Ediciones
  5. Coccoz, V. (2009). La clínica de las adolescencias: entradas y salidas del túnel. In Texto elaborado a partir de la conferencia dictada en el ciclo Identitá in movimento, organizada por el Instituto del Campo Freudiano en Italia. En la ciudad de Padua, el día (Vol. 8).
  6. Ansermet F. (2014). Elegir el propio sexo: usos contemporáneos de la diferencia sexual. Pág. 8. Recuperado de: http://www.revistavirtualia.com/articulos/137/lo-femenino-y-la-sexualidad/elegir-el-propio-sexo-usos-contemporaneos-de-la-diferencia-sexual
  7. López G. (2014). Lo que quema del cuerpo en la adolescencia. Pág. 3. http://www.revistavirtualia.com/articulos/161/bordes-de-la-practica/lo-que-quema-del-cuerpo-en-la-adolescencia
  8. Chamorro, J. (2017). ¡Interpretar!. Grama Ediciones.