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Revista Repique

Repique #8

La soledad como síntoma contemporáneo

Mónica Pérez

¿Las nuevas soledades, favorecen la disolución de los lazos? ¿Hay una soledad que empuja al goce del aislamiento? ¿Qué respuestas podemos dar a la soledad de nuestro tiempo?

El psicoanálisis se ha preguntado desde sus inicios entre otras cosas por la relación del sujeto con el otro. Como se relaciona un sujeto con el otro habla de su posición y de las modalidades de lazo que allí se dirimen.

La pregunta de ¿que soy para el otro? la podemos presenciar en la clínica habitualmente implicando al sujeto en su devenir cotidiano en busca de una respuesta que intente calmar su síntoma.

Bauman en su carta nro. 2 de "cartas desde el mundo líquido" la titula como soledad masificada. Allí expone los atributos de la soledad contemporánea. Describe como la necesidad de estar frente a un dispositivo electrónico que proporciona imágenes visuales estimula de manera compulsiva a los sujetos de una manera adictiva. La idea de quedarse solo o sola parece ser aterradora.

Las personas aparentemente anhelan la compañía del otro, pero al parecer llevar a cabo esto los hace sentir insatisfechos en ir hacia el relacionamiento social. Por lo tanto la red proporciona el acercamiento con solo apretar un botón, a cualquier hora se puede encontrar "a una colección de solitarios" con los cuales se puede intercambiar sin necesidad de compromiso alguno, pudiendo romperlo en el mismo momento en que comenzó.

Plantea que hay dos tipos de problemas respecto a la soledad contemporánea: todos los sujetos están solos inmersos en la gran red virtual y por otro lado la multiplicidad de formas para constituir interacciones inmediatas y de índole superficial le impide a los sujetos transitar por la experiencia íntima de la soledad:

"porque cuando uno pasa a estar siempre conectado, puede que no esté total y verdaderamente solo. Y si nunca está solo, entonces es menos probable que uno lea un libro por placer, dibuje, se asome a la ventana e imagine mundos distintos de los propios… Al huir de la soledad, se pierde la oportunidad de disfrutar del aislamiento, ese sublime estado en el que es posible evocar pensamientos, sopesar, reflexionar, crear, y en definitiva, atribuir sentido y sustancia a la comunicación" (Bauman, 2017:17).

Por tanto si uno está rodeado de seres virtuales en donde no se exige ningún compromiso ni con uno mismo ni con los otros, es poco probable que se busquen contactos con la gente real del entorno.

Samantha Rose Hill en un ensayo sobre la obra de Hanah Arendt acerca de cómo la soledad alimenta el totalitarismo, expresa que la soledad es muy difícil de comunicar, el lenguaje no puede capturar la soledad porque es un término universal que se aplica a una experiencia particular. Todo el mundo experimenta la soledad, pero de manera distinta.

Arendt definió a la soledad como una especie de páramo donde una persona se siente abandonada incluso cuando la rodean los demás.

Hay que distinguir soledad de aislamiento. El aislamiento según Arendt es necesario a veces para una actividad creativa como por ejemplo leer un libro que requiere de un grado de aislamiento.

"Yo puedo estar aislado: es decir, hallarme en una situación en la que no pueda actuar porque no hay nadie que actúe conmigo, sin estar solo; y puedo estar solo: es decir, en una situación en la que yo, como persona, me siento abandonado de toda compañía humana, sin hallarme aislado". (Rose, S. p.9)

En la vida solitaria uno se puede hacer compañía a sí mismo, entablar una conversación con uno mismo. En esa soledad no se pierde contacto con el mundo, porque el mundo de la experiencia está presente en nuestros pensamientos.

Hanna Arendt citaba a Ciceron quien decía que un hombre nunca está más activo que cuando no hace nada, y nunca está menos solo que cuando carece de compañía.

Por su parte Gustavo Dessal en su artículo "Una red social sin conexión a internet" destaca que la soledad no es solo un síntoma existencial de millones de personas, sino que hay una soledad inherente a nuestra condición humana, que incluso no percibimos porque permanece escondida hasta para aquellos en donde la vida social puede parecer fructífera.

En Japón y en Reino Unido existe el Ministerio de la soledad. En Japón expresa Dessal donde la población es la más envejecida del mundo la ruptura de lazos sociales y familiares alcanza índices altísimos. Allí muchos ancianos contratan actores para que estén presentes en su cumpleaños simulando ser sus parientes. También los más adinerados adquieren robot de compañía con parecidos humanos asombrosos para interactuar con humanos. Para los más pobres se está haciendo muy común robar algo para terminar en la cárcel donde allí finalmente se interactúa con otros y tienen la posibilidad de conversar. Son seres que jamás han cometido un delito pero terminan haciéndolo como forma de combatir su soledad.

Hay soledades distintas, cada sujeto habla de la propia, pero podemos destacar una soledad con el OTRO y una soledad sin OTRO. Frente a la pregunta ¿qué puede hacer el psicoanálisis frente a este malestar contemporáneo? Podemos decir que lo primero será tratar de vincular al sujeto al lugar del OTRO vía la transferencia instalada. Tal vez la experiencia analítica sea la experiencia más verdadera del estar a solas, sin estarlo, por su parte el analista también en soledad tendrá la tarea de que el analizante llegue a encontrarse a solas con su propia soledad para que obtenga un saber hacer con ella.

BIBLIOGRAFÍA