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Revista Repique

Repique Extra #1

Los locos años 20 y el analista ciudadano

Santiago Ferreira

I

El mercado global estalla, las empresas entran en crisis, y la economía toda se vuelve nuevamente frágil como en otros años 20. Son los signos de una época que vuelve a vivir lo cíclico de las crisis del capitalismo. Esta vez los llamemos coronavirus, COVID-19 o simplemente una nueva pandemia cuyos efectos aún son incalculables en las coordenadas de producción de subjetividad. Sin embargo y siguiendo la premisa lacaniana de tenerla en nuestro horizonte, como analista habremos de posicionarnos ante la urgencia y la crisis que esta irrupción en lo real conlleva.

¿Qué puedo decir mientras cientos de médicos, enfermeros, especialistas y otros funcionarios de los distintos organismos de la salud de nuestro país, se encuentran realizando un esfuerzo sobrehumano? ¿Qué puedo decir mientras los cajeros atienden cientos de personas en un día para consumir rollos y rollos de papel higiénico? ¿Qué puedo decir mientras los agentes de call centers, realizan su labor atendiendo llamada tras llamada1, tratando de calmar, informar acerca del CORONAVIRUS?

En este neoliberalismo en el que algunas vidas importan más que otras, vale la pena retomar las palabras de Laurent, sobre abandonar la posición del analista como “especialista de la des- identificación al analista ciudadano”. “Hay que pasar de un analista encerrado en su reserva, crítico, a un analista que participa, un analista sensible a las formas de segregación, un analista capaz de entender cuál fue su función y cuál le corresponde ahora”1. Cuando lo que está en juego es la vida (sobre todo de los más vulnerables), entiendo queda atrás la comodidad del sillón detrás del diván; si continuamos bordeando las cuestiones económicas: no hay riqueza para distribuir sino hay vida. No habrá sujetos que se hagan una pregunta frente a la perplejidad que infunde estas nuevas condiciones que plantea la existencia en esta Hipermodernidad de riesgos, de incertidumbres. Evidentemente el lazo social hace rato se encuentra descompaginando progresivamente, y esta irrupción de un real, revela ante todos la destrucción de la ética sostén del discurso moderno, bajo el imperativo categórico kantiano y pone sobre la mesa el goce, siempre autoerótico, que mueve a los sujetos, y en la medida de que no hayan puntos de capitón que detengan algo de lo desanudado, la soledad del goce nos aísla hacia los costados más mortíferos del existir.

II

Si bien "el día después" deberá ser vivido, pues no contamos con la bola de cristal que nos permita estar advertidos de las consecuencias de esta crisis, siguiendo el razonamiento de Lacan (1972) sobre el discurso capitalista, sabemos que la vertiginosidad y el consumirse a sí mismo lo hacen estar destinado a estallar. Es por eso que los fenómenos que de él se desprenden marcan consecuencias en la clínica contemporánea.

Si la posmodernidad trajo consigo la época del Otro que no existe, como planteaban Miller y Laurent (2005) años atrás, la caída de los ideales de un lugar privilegiado en el lazo social, así como también la caída de los grandes relatos que sostenían la Modernidad (Lyotard, 1979) son fenómenos sociales que signan toda una nueva clínica hipermoderna, en la cual nos encontramos hoy como practicantes del psicoanálisis.

Estos procesos forman parte de la narrativa y el discurso de nuestros analizantes y de toda persona que un analista escuche en su práctica profesional, ya que nuestra escucha analítica traspasa las barreras del consultorio y se pone en marcha en nuestro ejercicio profesional en diversas instituciones de las cuales formamos parte.

Será necesaria entonces la lectura de los significantes que signan una historia de forma diacrónica y sincrónica, pero también, será importante dejarse interpelar por los discursos de las disciplinas filosóficas y sociológicas que arrojan luz al contexto socio histórico contemporáneo hipermoderno. El seminario de Lacan fue un claro ejemplo de este ejercicio de lectura reflexiva, puesto que su enseñanza no solo se trató de un retorno a Freud o de lectura de los clásicos, sino también de diálogos y debates con autores contemporáneos a él.

Dejarnos interpelar, en la medida de que esta apertura implique una verdadera experiencia; una experiencia en el cual nos dejamos atravesar por lo incierto, por lo desconocido, y que de alguna manera nos transforma y modifica (Vegh, 2013).

Propongo centrarnos en tres aspectos fundamentales: las repercusiones sintomáticas, la segregación como fenómeno social con consecuencias clínicas, y la atomización o disincronía del tiempo.

Las repercusiones sintomáticas en épocas de coronavirus

Se conforma un escenario en el que prima el desencuentro y la fragilización de los vínculos ante el imperativo y el mal llamado "aislamiento social". En épocas de Coronavirus los desencadenamientos, se encuentran a la orden del día frente a la perplejidad que desata los anudamientos precarios que muchos sujetos han construido. Ansiedades, estados depresivos y desenganches al Otro frente a la irrupción de un real que deja inútil, en muchos casos, el saber- hacer del sujeto y la vertiente del síntoma como solución.

La segregación

Los discursos de odio y rechazo, de la mano de los extremismos, del imperativo a gozar, impulsan a los sujetos a la eyección de lo distinto, de lo extraño. Junto con Freud, sobre lo Unheimlich, diremos que lo más extraño es lo familiar, por lo que cabe preguntarse sobre el efecto ominoso y qué revela esto a cada quien frente a su propio desconocimiento.

La segregación, fue un problema planteado por Lacan (2012), una preocupación de Foucault y sobretodo, hoy más que nunca, de los movimientos sociales. Los migrantes, las disidencias, los trabajadores precarizados, y de todos los cuerpos que en este neoliberalismo salvaje se ven afectados por los efectos de la segregación, conformando en gran medida el sufrimiento contemporáneo.

La disincronía del tiempo

Byung Chul Han (2015) plantea en "El Aroma del Tiempo" la disincronía, como construcción hipermoderna de la vivencia del tiempo. Esta atomización, yuxtapone instante a instante el transcurrir, haciendo indistintas las temporalidades clásicas del pasado, presente y futuro. El continuo presente instala otra forma de relacionarse con el existir, no sólo construyendo subjetividad en la inmediatez, sino también dificultando y obstruyendo la temporalidad de la palabra, la temporalidad de la narración.

Esto tiene consecuencias clínicas no solo a nivel sintomático, sino también en lo que respecta a la histerización del discurso del consultante, a la asociación libre, y hoy, virtualidad mediante como estrategia para sostener los análisis, la temporalidad que se construye en el ciberespacio y que adiciona una condicionante nueva a nuestro trabajo.

BIBLIOGRAFÍA

  • Miller, J. A. & Laurent, E. (2005). El Otro que no existe y sus comités de ética. Buenos Aires: Paidós. Lacan, J. (2012) “Proposición del 9 de octubre de 1967 sobre el psicoanalista de la Escuela”. Otros escritos, Buenos Aires: Paidós.
  • Han, B.-C. (2015). El Aroma del Tiempo. Barcelona: Herder.
  • Lacan. J. (1972) “Del discurso psicoanalítico". Recuperado de http://elpsicoanalistalector.blogspot.com/2013/03/jacques-lacan-del-discurso.html?m=1
  • Laurent, Eric. (2000) Psicoanálisis y Salud Mental. Buenos Aires: Ed. Tres Haches. Pág.113-121 Lyotard, J.(1979) La condición posmoderna. Barcelona: Cátedra.
  • Vegh, I. (2013) Senderos del análisis: progresiones y regresiones. Buenos Aires: Paidós.

NOTAS

  1. El teléfono es 0800 1919. Los trabajadores publicaron un comunicado en el que informaban a la población, que no son especialistas y que la información que manejan es la recibida por parte de las autoridades en una charla.