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Revista Repique

Repique #3

El deseo del analista como motor de la cura

Andrea Mattiazzo

Los análisis terminan, es un hecho, lo que he escuchado; “estoy bien así”, “por lo que vine está resuelto”, o simplemente silencio - ausencia, entre otros. En todos los casos me pregunto ¿Qué pasó? algunas veces eso va a control o a mi propio análisis; otras, se dedica a dar vueltas cómo ahora.

Cuando alguien se dirige a un analista va en busca de algo, supone a ese Otro el poder de “algo” que se le ocurre demandarle. Ese lugar de Otro por el cual pasa en un momento dado, la vida de un sujeto, ese lugar es el que me interroga.

Lacan en “La dirección de la cura y los principios de su poder” centra sus planteos en relación a la praxis analítica, al ejercicio del poder encontrado ya por Freud en relación a los efectos de la transferencia y lo que ello implica para el analista, entre otras cosas. Allí plantea la centralidad del manejo de la transferencia; “En cuanto al manejo de la transferencia, mi libertad en ella se encuentra por el contrario alienada por el desdoblamiento que sufre allí mi persona, y nadie ignora que es allí donde hay que buscar el secreto del análisis”. (Lacan, p. 562).

La transferencia da al analista un poder, asunto que me genera cierta incomodidad, cierta picazón, para utilizar un significante propio. Pero es ese lugar en el cuál Lacan plantea, que el analista debe servirse de la transferencia a condición de no utilizar ese poder.

En el seminario La transferencia, inicia planteando la idea de disparidad, señalando que en la transferencia analítica hay una asimetría (recordemos el asunto del poder mencionado al inicio) y nos recuerda aquello que puso a Freud sobre aviso, de algún modo, del asunto de la transferencia “al comienzo de la experiencia analítica, recordémoslo, fue el amor.” (Lacan, 2003, p.12).

En relación al amor Lacan trabaja sobre el Banquete de Platón a través del cual articula la noción de agalma: adorno, joya objeto precioso, algo que contiene algo en su interior (sileno).Se entiende en relación al objeto, objeto agalmático, citando a Lacan "De esta forma queda situado el punto de experiencia por el que Alcibíades considera que en Sócrates se encuentra aquel tesoro, aquel objeto indefinible y precioso que tras desencadenar su deseo fijará su determinación" (Lacan, 2003, p.180).

El agalma en tanto función, deberá desencadenar del deseo, causar. El deseo según Lacan es el deseo del Otro. Este deseo tiene que ver con aquello que mencionáramos viene con el sujeto que demanda un análisis (la mayoría de las veces ese sujeto ha de hacerse advenir). Es la función del agalma, un envoltorio vacío, donde se puede visualizar algo del sujeto en relación al deseo del Otro, ya el sujeto (el de la transferencia) supone al analista un saber. Un saber que, en tanto supuesto, lo es por otro sujeto, ¿de qué sujeto se trata? Del sujeto del inconsciente. Este sujeto supuesto implica un elemento ternario, dice Lacan a lo que sería una situación “entre” dos, planteando una dura crítica a lo que implica la noción de intersubjetividad.

Citemos a Lacan: en el seminario 11 Los cuatro conceptos fundamentales, dice en relación al sujeto supuesto saber (SsS) “Es allí donde está citado el analista. En la medida que se supone que el analista sabe, se supone también que irá al encuentro del deseo inconsciente… Por eso digo… que el deseo es el eje… la inercia que hay tras lo que se formula primero, en el discurso del paciente, como demanda, o sea la transferencia…El eje, el punto común de esta hacha de doble filo, es el deseo del analista, que designo aquí como una función esencial.” (Lacan, 2003, p.243). Se produce un deslizamiento conceptual, centrando el deseo del analista como función, en el análisis, es el motor de la cura.

En el asunto del envoltorio vacío y del supuesto, se marca una posición ética no es el analista quién sabe, más allá de que deba en un momento aceptar algo de ese lugar. Lacan es radical en cuanto ubicarse en el lugar del saber, de hecho, el sujeto supuesto saber (SsS) no tiene nada que ver con un saber. Entonces, ¿desde dónde nos paramos?

¿Qué implica para el analista ese lugar de la transferencia? ¿Porque no tiene que ver con un saber?

Lacan en su seminario 17 El reverso del psicoanálisis, produce la teoría de los cuatro discursos: el discurso Universitario, el de la Histeria, el del Amo, y el analítico. Planteando el discurso analítico como aquel donde el analista es el agente, objeto causa (a) de la producción de un saber “en reserva”. El analista no imparte saber, sin embargo, sí dirige una cura que tiene algo que ver con la producción de una verdad…

Sostener ese lugar implica para el analista sostener un deseo (el deseo del analista en tanto función) aun cuando quién viene no quiere realmente saber nada. ¿Cómo se sostiene ese lugar, cuando el analista no es el que sabe?

Lo que sí ha de saber el analista...

Sobre el final de la partida (Lacan asemeja el análisis a una partida de bridge) dice Lacan al analista le toca caer un des-ser, salir de la envoltura. Se trata de la destitución subjetiva, en el seminario 15 El acto analítico indica que el analizante obtiene como resultado de su análisis el volverse un sujeto advertido… ¿advertido de qué? De su falta en ser, de su carencia. Es allí donde consiste el sujeto del psicoanálisis. No hay sujeto sin destitución subjetiva.

Y entonces cuando, aunque alguien termine su análisis, por diversas vías, al analista le cabe la pregunta ¿Qué pasó? Casi diría; cómo marca de una posición ética.

BIBLIOGRAFÍA

  • Lacan, J. (1974) El Seminario, Libro 11: Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis. Buenos Aires. Eds. Paidós.
  • Lacan, J. (2003) El Seminario, Libro 8: La Transferencia.Buenos Aires.Ediciones Paidós.
  • Lacan, J. (2008) El Seminario, Libro 17: El reverso del psicoanálisis. Buenos Aires. Eds. Paidós.
  • Lacan, J. (2009) Escritos II. México. Ediciones Siglo XXI.
  • Lacan, J. (2012) Otros escritos. Buenos Aires. Eds. Paidós.